Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Inverstigación: Invertir en calidad

Por José Vicente Soler, Catedrático de Química Inorgánica, Universidad de Murcia

Sin duda, por la proximidad de las elecciones, continuamente leemos en la prensa propuestas para la mejora de la enseñanza, la sanidad, la justicia y la investigación. Tras la enumeración de los problemas que aquejan a estos servicios esenciales para los ciudadanos, la receta ofrecida para resolverlos es idéntica: aumentar la financiación.
El argumento parece impecable: la dotación de más fondos por el Estado supondría más profesionales, más medios y más edificios. Por tanto, una mejora de los servicios. Se olvida, sin embargo, que para mejorar, tan importante como la cantidad es la calidad y que es fundamental proponer las medidas que garanticen, hasta donde es posible, que el incremento de financiación se utilice adecuadamente.

ISI. Un reciente escrito redactado por eminentes científicos biomédicos en activo, divulgado por los medios de comunicación, es un buen ejemplo de lo expuesto. Brevemente, se pide más inversión en investigación, desarrollo e innovación para alcanzar en el 2010 una inversión del 3% del PIB, así como un gran Pacto de Estado por la Ciencia que nos sitúe en la vanguardia mundial. No faltan las llamadas a la calidad proponiendo "un cambio de mentalidad que permita la consecución de un modelo que dé estabilidad en el tiempo, en las formas y en la financiación necesaria para acometer un salto de calidad" y "diseñar y ejecutar un Plan Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación que cumpla los objetivos de calidad, estabilidad, prioridades y proyección de futuro que precisa España". Sin duda, un brillante conjunto de propuestas con las que hay que estar de acuerdo. Sin embargo, si se pretende que sean eficaces, su puesta en práctica requiere tener en cuenta cuál es la situación actual de nuestra investigación, de sus problemas y de sus posibles soluciones.

Aunque medir la importancia de la producción científica de un investigador, de un centro o de un país es difícil, uno de los parámetros más utilizados es el del número de citas que sus publicaciones reciben en revistas científicas. El Institute for Scientific Information (ISI), un referente para todos los científicos del mundo, acaba de publicar un estudio del número de publicaciones, de citas y de citas por publicación de los autores más citados y de los distintos países del mundo. Es de justicia decir que, en contra de lo que afirma la propuesta del Pacto de Estado por la Ciencia, España no está en el "furgón de cola europeo según todos los indicadores" ni "en los últimos lugares en todas las clasificaciones científicas", como se hacía eco El País.

Por ejemplo, por número de citas en todos los campos científicos, España ocupa el lugar 12º, por delante de Rusia, Dinamarca, Finlandia, Bélgica, Noruega, Austria, Irlanda, etc. En algunas áreas la situación es, incluso, mejor. Así, ocupa el octavo lugar en Química y en Ciencias Agrícolas. En la dirección http://www.umu.es/gqo/isipais puede consultarse, para cada área científica, el orden que ocupan los 40 países que acumulan un mayor número de citas. A la vista de estos datos ¿cabe sentirse satisfecho?, ¿son exageradas las peticiones que se realizan para que se aumente la financiación? Hay que responder en ambos casos con un rotundo no.

CALIDAD. El estudio del ISI, recoge también el número de citas que recibe cada artículo publicado lo que es otro parámetro que mide mejor la calidad de la producción científica. Aquí, la situación española es claramente peor e insuficiente ya que, entre los 40 países con mayor numero de citas, España ocupa una posición 24 poco brillante, si se considera el conjunto de todas las ciencias, y las posiciones en las diferentes áreas se encuentran entre la 35 de Psiquiatría/psicología y la 12 de Ingeniería.

De los datos anteriores cabe concluir que, en efecto, hay que invertir pero, sobre todo, en calidad. La ciencia que producimos es, en muchos casos, de escasa o nula repercusión y, por tanto, un derroche económico. De manera que si nos limitamos a aumentar los presupuestos y el número de investigadores, sin cambiar el sistema que ha dado lugar a la situación actual, estaremos tirando la mayor parte de la inversión.

¿Como invertir en calidad?. Las propuestas que se exponen a continuación se podrían añadir a las realizadas en el Pacto de Estado por la Ciencia y servir de motivo de reflexión y discusión.

PROPUESTAS. 1. Invertir fundamentalmente en los grupos de investigación de calidad, seleccionados, a nivel nacional, mediante una evaluación de grupos (incluidos los unipersonales), realizada por comités de destacados científicos nacionales e internacionales de cada especialidad. Se podrían establecer varios niveles atendiendo, a su tamaño y logros científicos, pero con un exigente mínimo de calidad para todos. Uno de los grupos debería corresponder a grupos de reciente creación con proyectos innovadores, formados en torno a jóvenes investigadores que al cabo de un tiempo deberían estar incluidos en alguno de los otros niveles. Controles periódicos, llevados a cabo anónimamente por investigadores pertenecientes a grupos de igual o mayor nivel, decidirían sobre el mantenimiento o no del nivel de cada grupo. Los miembros de los actuales grupos que no pudiesen entrar en alguno de los anteriores niveles deberían optar por incorporarse a un grupo de calidad, si son admitidos, o renunciar a ser financiados.

2. Las becas y contratos de investigación deberían distribuirse a través de estos grupos de calidad, que tendrían autonomía para seleccionar a su personal. El profesorado universitario y los investigadores de otros organismos públicos se reclutarían exclusivamente entre miembros de los grupos de investigación de calidad.

3. La autonomía universitaria debe garantizar la libertad de cátedra. En la actualidad, sin embargo, está más destinada a mantener los privilegios de los grupos de poder, ajenos a la investigación y a la ciencia, que a procurar la excelencia de la institución. Es necesario erradicar los vicios que han impedido a la investigación española alcanzar la calidad que, por su posición internacional, le corresponde. Hay que seleccionar al profesorado y a los investigadores, teniendo solo en cuenta su currículo científico y no, como ahora, atendiendo a prácticas endogámicas que valoran fundamentalmente si el candidato es o no del grupo mayoritario del Departamento al que corresponde la plaza.

4. Las Universidades y, en general, los poderes públicos deben proveer de los espacios e infraestructuras necesarias a los grupos de investigación de calidad para desarrollen su labor con el máximo rendimiento atendiendo a la calidad de los mismos y no a razones de otra naturaleza. En la actualidad, la distribución de los espacios destinados a la investigación universitaria está en manos de Departamentos y Facultades y no siempre atienden a criterios de calidad. La política de personal de las Universidades debería tener en cuenta las necesidades de la investigación universitaria y no, como sucede ahora, solo las necesidades docentes.

5. La política científica, tanto a nivel nacional como regional, debería diseñarse contando con el apoyo y el asesoramiento de quienes participan de manera destacada en el desarrollo de la Ciencia. La propuesta de la Asociación para el Avance de la Ciencia y la Tecnología (AACTE, http://www.aacte.es) para crear un Comité Consultivo Nacional sobre Ciencia y Tecnología se sitúa en esta línea.

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21-12-2013

Futuro