Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Polvo de Estrellas

Polvo de Estrellas

onocer la composición de los cometas ayuda a saber cómo era la época en que se formó nuestro sistema solar.

El pasado 15 de enero entraba en la atmósfera terrestre la cápsula de una misión espacial que, siete años antes, la Nasa había mandado a cazar partículas de un cometa, el P/Wild 2. Desde los viajes lunares de las misiones Apolo, esta es la primera vez que materiales extraterrestres son recogidos in situ para ser traídos a la Tierra y analizados. La misión Stardust (polvo estelar) completa así una historia de éxitos bastante singular, aunque gran parte del trabajo acaba de comenzar ahora, con la recepción de las muestras.


¿Por qué una misión para estudiar y traer fragmentos de un cometa? Desde hace decenios, los modelos que explican la formación de nuestro Sistema Solar propusieron que la nebulosa de gas y polvo que formó el Sol y posteriormente los planetas y demás objetos que lo componen, hace más de 4.500 millones de años de edad, dejó mucho material poco más o menos inalterado, en una nube en torno al Sol, la denominada Nube de Oort. Esta región está compuesta por núcleos sólidos de materiales rocosos y hielos de agua, dióxido de carbono y metano. Son precisamente los núcleos de los cometas. Conocer su composición, por lo tanto, permite avanzar en el conocimiento de cómo eran las condiciones en la época en que se formaba nuestro Sistema Solar.


Los cometas, como el P/Wild-2, al acercarse en sus órbitas muy excéntricas al Sol, se calientan y parte de sus materiales helados se subliman creando una envoltura gaseosa, la llamada coma o cabellera, en la que también hay granos de polvo que saltan desde el núcleo. En el 86, cuando la sonda Giotto se acercó al cometa Halley, se pudo comprobar que era factible para una misión acercarse dentro de la coma de un cometa, e incluso recoger material de ella para posteriormente traerlo de vuelta a la Tierra. Con ello, se dispondría en los laboratorios terrestres de material directamente proveniente del cometa, con la posibilidad de estudiar su composición sin que fuera alterado por un largo viaje. Porque, debemos recordar, material cometario nos está cayendo continuamente sobre nuestro planeta: esos granitos de polvo de cometa producen a veces una traza visible en el cielo nocturno al volatilizarse en nuestra atmósfera, las llamadas estrellas fugaces.
Stardust, en enero del 2004, pasó a poco más de doscientos kilómetros del núcleo del P/Wild-2 y recogió, en una matriz de aerogel el polvo en torno al cometa. El aerogel es una estructura muy porosa de silicio, una especie de vidrio superligero (1.000 veces menos denso que el vidrio, pero más resistente), capaz de atrapar los granitos de polvo que chocaran contra él. Ese material, resguardado dentro de la cápsula, fue recogido hace dos semanas, y llevado a los laboratorios del Centro Espacial Johnson de Houston (Texas), donde los expertos están analizándolo ya. Una vez liberada la cápsula, que cayó controladamente sobre Utah, la nave Stardust, que sigue su órbita en torno al Sol, ha sido puesta en hibernación para, quizá, una futura nueva misión.


El trabajo de estudio de las muestras de material cometario va a ocupar a un amplio equipo internacional de casi doscientos expertos. Uno de los aspectos fundamentales que se han intentado controlar es evitar la contaminación con material terrestre de las muestras. Las salas donde se está trabajando con ellas tienen una atmósfera especialmente libre de impurezas, con menos de 3.500 partículas de polvo por metro cúbico: cien veces más puro que el aire de una sala de operaciones de un hospital. Por supuesto, el primer paso ha sido desmontar las células de aerogel de 3 cm de lado, e inspeccionar los impactos producidos por los granod de polvo (la velocidad relativa de la nave y del cometa, cuando se recogieron, era equivalente a seis veces la velocidad de un disparo de un fusil convencional).


Aunque aún se está realizando la inspección preliminar, se confirman las hipótesis con que se trabajaba: se habrá recogido un total cercano al millón de granos de polvo, menores de 1 mm de diámetro. La masa total de cometa no supera un miligramo. Puede parecer muy poco para un complicado viaje de unos cinco mil millones de km por el Sistema Solar, pero es bastante como para poder tener información completa sobre la composición del cometa, y también de la propia nube que formó el Sistema Solar. Nunca antes se había tenido la posibilidad de medir a fondo las características del material que compone un cometa. Ahora, con esta misión, los expertos esperan grandes sorpresas, porque la información de que se dispone hasta este momento no era completa. También, evidentemente, los granos del cometa se analizarán buscando componentes orgánicos, y la Nasa no ha dejado de aprovechar el tirón habitual en estos temas: las preguntas en torno a la vida extraterrestre.

En Casa

Dentro de los múltiples análisis que se están comenzando ya a realizar, uno de los estudios pretende descubrir unos cuarenta granitos de polvo insertados en el aerogel que son especiales. Según los cálculos, esos pocos son los que cabe encontrar provenientes de fuera del Sistema Solar. Aunque casi todo el polvo procederá del cometa Wild 2, unos pocos, simplemente, pasaron por allí en su viaje desde mucho más lejos. Las trazas que habrán dejado esos pedacitos de otros soles serán pequeñas, pero diferentes de las demás. El problema es encontrarlas, cuarenta agujas en un pajar con millones de trazas. Se está procediendo al escaneado completo de la muestra espacial, millón y medio de imágenes, cada una de ellas cubriendo el área equivalente a un grano de sal. Brian Mendez y Nahide Craig, del Centro de Educación Científica del Laboratorio de Ciencias Espaciales de la Universidad de California en Berkeley, han propuesto, a través de Internet, que voluntarios de todo el mundo puedan colaborar en la búsqueda, algo que podría llevar toda la vida de una sola persona, pero sólo unas pocas horas de miles de colaboradores en red. El proyecto se denomina Stardust@Home, recordando (y usando una plataforma idéntica) al famoso proyecto colaborativo de Internet que analiza observaciones del radiotelescopio de Arecibo buscando una señal inteligente, SETI@Home.

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