Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

El teatro romano de Cartagena: un reto científico y cultural

El teatro romano de Cartagena: un reto científico y cultural

La inauguración del Museo y restauración del Teatro Romano de Cartagena el viernes 11 de julio de 2008 cerró una etapa de un largo y complejo proyecto de investigación arqueológico iniciado el 7 de noviembre de 1988, tras una visita al solar de la Plaza de la Condesa de Peralta, donde la entonces Dirección General de Artesanía de la CARM había encargado al arquitecto –a la sazón director del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena – P. A. San Martín Moro la construcción de un nuevo inmueble para el Centro Regional de Artesanía en Cartagena, con el objetivo de revitalizar esta deprimida zona del casco antiguo de la ciudad.

SITUACIÓN. El acierto de la decisión de recuperar y restaurar los restos del Teatro Romano es evidente. Cuando hoy nos deleitamos con los monumentales restos exhumados en estos últimos veinte años nos parece increíble que una construcción de tal envergadura – más de 5000 m2 haya pasado desapercibida hasta nuestros días; más aún cuando ahora sabemos que la plataforma de cimentación sobre la que se asentaba la escena del teatro, de dos pisos de columnas y más de 20 m de altura, casi afloraba en el patio de la Casa de la Condesa de Peralta y que las viviendas construidas a finales del siglo XIX, colindantes con ella, superponían las losetas cuadradas y de colores de sus pavimentos al potente basamento romano.
                    
Más aún, el graderío, el sector más asociado con un edificio de espectáculos, se hallaba bajo una compleja deposición estratigráfica donde se superponían estructuras pertenecientes a distintos períodos históricos de la ciudad. A más de ello, el propio teatro había sufrido una compleja y completa transformación en el siglo V d. C., cuando sus estructuras fueron reconvertidas en un mercado en cuyas cimentaciones se emplearon capiteles y basas -labrados por artesanos venidos de la propia Roma-, columnas, sillares y otros restos de la monumental escena.

Además, gran parte del aparato ornamental con sus esculturas de dioses y emperadores, altares con delicados relieves, pedestales con inscripciones dedicadas a la familia de Augusto, yacían en el relleno que colmataba y nivelaba el foso situado bajo la tarima del viejo escenario, donde originalmente se alojaban los telones y maquinarias para accionar los decorados, ahora ocupado por los suelos enlosados de las habitaciones que conformaban el nuevo edificio comercial tardorromano.

CIENCIA. Desde el lado científico, la Universidad de Murcia ha proporcionado el equipo humano y la infraestructura del Laboratorio de Arqueología como apoyo a la interdisciplinariedad que un proyecto de esta envergadura requería. El profundo estudio que ha acompañado continuamente a los trabajos de excavación, conservación y restauración del Teatro Romano, ha permitido redefinir la importancia de determinadas fases históricas en el desarrollo de la ciudad y de su territorium a la vez que se ha impulsado la investigación en otros períodos. Son ya siete las tesis doctorales leídas o en curso de ejecución en la Universidad de Murcia así como libros, numerosos artículos y contribuciones a congresos, tanto nacionales como internacionales. Y cuatro los proyectos de investigación del Plan Nacional I + D + i, realizados en la Universidad de Murcia, así como importantes Seminarios y Workshop como los celebrados en Berlín y Cartagena. Esta labor investigadora, constituye la base y es imprescindible tanto para la correcta interpretación del trabajo de excavación y recuperación realizado como para su adecuada exposición y transmisión a la ciencia especializada como a los ciudadanos interesados en su patrimonio. En cuanto a este último cometido ha sido de gran importancia la inauguración del Museo del Teatro, espléndida y singularmente concebido por Rafael Moneo.

CULTURA. Además, trascendiendo el plano meramente arqueológico, que no es poco, la excavación del teatro ha implantado una nueva metodología de trabajo extrapolada con éxito a otras intervenciones en el casco urbano de Cartagena (anfiteatro, barrio universitario, Molinete, etc.). Se han depurado y adaptado a la problemática específica de la ciudad las más modernas técnicas de excavación y se han construido potentes bases de datos, que permiten gestionar con rapidez toda la información y los miles de datos obtenidos durante estos últimos años.      

Estoy seguro de que un proyecto de esta envergadura no hubiera sido posible sin el compromiso y la decidida implicación de las Administraciones competentes pero también lo estoy de que nada hubiera sido igual sin el amplio y valioso equipo humano de técnicos arqueólogos y restauradores, arquitectos, dibujantes y topógrafos, y personal auxiliar que, en una labor callada e impagable, me han acompañado en la apasionante y satisfactoria tarea de encarar un proyecto de la envergadura y responsabilidad que suponía la recuperación del Teatro Romano, el espacio sociopolítico probablemente más emblemático de la Carthago Nova romana.

El Ayuntamiento de Cartagena ha ido adquiriendo, en un complejo proceso dada la extremada fragmentación del tejido urbano, los solares e inmuebles afectados por la excavación; el Ministerio de Cultura (entre 1994 y 1996) y la Consejería de Educación y Cultura (ahora diferenciadas) han ido financiado diversos e importantes aspectos relacionados con el proyecto global, en armonía con el trabajo de campo, realizado en gran parte en el Museo Arqueológico Municipal de Cartagena.

Y, desde 1996, ha sido la Fundación Cajamurcia, con una gran altura de miras, el pilar indispensable y siempre respetuoso para el definitivo impulso y desarrollo de los trabajos de excavación y recuperación. A partir de 2003 la Fundación Teatro Romano de Cartagena ha sido la encargada de canalizar las últimas actuaciones arqueológicas, los trabajos de restauración en el monumento, la habilitación de todos los accesos, rodados y peatonales, la adecuación del entorno, con el ajardinamiento de toda la zona posterior al graderío y la conexión con el Castillo de la Concepción, y la construcción del Museo Monográfico, actuaciones todas ellas que culminaros a comienzos del mes de julio, con la apertura del Museo del Teatro Romano. El nuevo conjunto arqueológico-museístico ejerce de transmisor de un período crucial de la historia de la ciudad y una muestra valiosa de la conjunción de la labor de un buen equipo científico, con el apoyo de las administraciones políticas y sociales y el deseo de una ciudad de recuperar y disfrutar su Historia para culminar con éxito una difícil tarea.

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