Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

La catástrofe irlandesa

Los desacuerdos entre ingleses e irlandeses son una constante histórica. Cuando, en Gran Bretaña, tras el aplastante éxito electoral de Blair, se pretende virar hacia una postura más europeísta, simultáneamente, en Irlanda, se produce el rechazo popular a los acuerdos de Niza. Posiblemente ello no conducirá a ninguna catástrofe futura, pero lo que comentaremos en este artículo es una catástrofe histórica pasada, conocida como "la hambruna irlandesa", cuyas causas precisas acaban de ser dilucidadas científicamente.

La población actual de Irlanda se acerca a los 4 millones de habitantes, pero en 1845 alcanzaba los 8 millones y medio, y el principal constituyente de su alimentación era la patata. Entre 1845 y 1848 una devastadora plaga asoló en varias ocasiones los cultivos. Las consecuencias en muertes, hambre, enfermedades, emigración e inestabilidad política y social fueron de una magnitud catastrófica: el censo de 1851 registraba una disminución de población de más de 2 millones y medio de personas. Y la conflictividad social, sin duda, favoreció la aceleración del proceso de finalización de los 400 años de gobierno inglés.

HISTORIA. Se piensa que fueron los legendarios milesios, procedentes de España, quienes dominaron a las primitivas tribus que habitaban en Irlanda. Irlanda no perteneció al Imperio Romano y en el siglo IV d.C. sus pobladores de entonces, los escotos, invadieron Gran Bretaña, una provincia romana. Así dio comienzo el pertinaz enfrentamiento entre ambos pueblos. Una bula del Papa Adrián IV, en 1155, permitió al rey Enrique II de Inglaterra intentar conquistar Irlanda. Los conflictos se sucedieron a lo largo de los siglos y se alternaron las cuotas de poder y autoridad en ambos bandos hasta que, bajo el reinado de Isabel I, el poder de la Iglesia anglicana se extendió hasta Irlanda, utilizando el anglicanismo como instrumento de control político en la isla. La conflictividad continuó, con masivas confiscaciones de tierras, aunque el Tratado de Limerick (1691), estableció una cierta libertad religiosa para los católicos y la devolución de algunas tierras, pero los ingleses continuaron destruyendo deliberadamente el comercio y las industrias irlandesas.

En 1801 el primer ministro británico William Pitt, el Joven, consiguió que su proyecto de unión legislativa de Gran Bretaña e Irlanda fuese aprobado por el Parlamento irlandés, pero a pesar de ello continuó la lucha por lograr la libertad cívica y religiosa y la separación de Gran Bretaña. En este contexto el episodio de la hambruna fue decisivo. Su causa real fue la destrucción de las cosechas de patata por la enfermedad conocida como roya. En otoño de 1845 ya era previsible el desastre, pero el Gobierno británico no supo hallar soluciones eficaces. Peor aun, en junio de 1847 un nuevo gabinete inglés whig decidió aplicar una política económica no intervencionista, que en 1847 hubo de rectificar, ya tarde, al estallar epidemias de fiebres tifoideas, cólera y disentería, que se cobraron más vidas que la propia hambruna. El primer ministro instauró la tasa de la Poor Law (Ley de los pobres), un impuesto sobre la propiedad destinado a costear el envío de ayuda a Irlanda, pero su recaudación fue acompañada por una oleada de desórdenes y violencia. Murieron más de un millón de personas y hubieron de emigrar muchas más. Tras la hambruna un movimiento revolucionario, el fenianismo, sirvió de preámbulo para la Guerra Civil que desembocó, en 1921, en la creación del Estado libre de Irlanda en el sur de la isla.

PHYTOPHTHORA. Con el nombre común de roya se designa a una enfermedad fúngica. Los hongos antiguamente se clasificaban como una división del reino de las Plantas. Actualmente se consideran como un grupo completamente separado, que evolucionó a partir de flagelados sin pigmentos. Existen unas cien mil especies conocidas de hongos, unicelulares o pluricelulares, siendo causantes, junto con las bacterias, de la putrefacción y descomposición de toda la materia orgánica. En cualquier parte en que existan otras formas de vida también hay hongos, muchos de ellos parásitos y, algunos, productores de enfermedades en plantas y animales. La mayor parte de los hongos se reproducen por esporas, diminutas partículas del protoplasma rodeado de pared celular. Por ejemplo, el champiñón silvestre puede formar doce mil millones de esporas en su cuerpo fructífero.
Las esporas se originan de dos modos diferentes. En el primero, las esporas se producen después de la unión de dos o más núcleos, combinando los genes progenitores, en una o varias células especializadas. Los cuatro grupos principales de hongos vienen definidos por los cuatro tipos de esporas posibles: oosporas, zigosporas, ascosporas y basidiosporas. Las oosporas se originan por la unión de una célula macho y otra hembra; las zigosporas por dos células sexuales similares entre sí. Las ascosporas suelen disponerse en agrupaciones de ocho unidades contenidas en unas bolsas llamadas ascas. Las basidiosporas se agrupan en conjuntos de cuatro unidades, en unas estructuras con forma de maza llamadas basidios.

El segundo proceso más común de producción de esporas sucede sin la unión previa de dos núcleos. Los principales tipos de esporas reproductivas formadas así son: oídios, conidios y esporangiosporas.

De acuerdo con lo expuesto, aunque con muchas peculiaridades, los hongos se clasifican en cuatro filos principales: oomicetes, zigomicetes, ascomicetes y basidiomicetes según formen oosporas, zigosporas, ascosporas y basidiosporas. En concreto, los oomicetes son hongos que se parecen a las algas y comprenden desde organismos unicelulares hasta complejas masas de hifas. Entre ellos se incluyen los mohos acuáticos, las royas blancas y los mildius vellosos. En el género Phytophthora los receptáculos que contienen las zoosporas pueden estar modificados. El término phytophthora procede de dos palabras griegas significando destructor de plantas y es precisamente el hongo Phytophthora infestants el causante de la roya de la patata.

CULPABLE. Cuando hace varias décadas se identificó a este hongo como el responsable de la enfermedad pudo combatirse eficazmente con diversos funguicidas. Como respuesta a estos tratamientos, desde finales de los 80 han venido apareciendo algunas cepas del hongo resistente a los funguicidas, por lo que la amenaza de la roya vuelve a tener actualidad. La mayor parte de la diversidad genética entre todas sus especies se ha localizado en el valle de Toluca, en México. Y, hasta ahora, se creía que una de estas especies, la US-1, que se reproduce asexualmente, había dado lugar a un linaje clonal, que era el descendiente directo del hongo que produjo la hambruna irlandesa.

En un verdadero trabajo detectivesco molecular, el grupo del Dr. Ristaino, de la Universidad de Carolina del Norte, ha investigado en 28 herbarios de Inglaterra e Irlanda las muestras de hojas infectadas de patata que allí existían, recogidas entre 1845 y 1847, procedentes de la epidemia irlandesa. Como marcadores moleculares identificadores han usado mutaciones en el ADN mitocondrial. Sus resultados los acaba de publicar la revista Nature. En ellos, el estudio de las secuencias de ADN ha demostrado, sin género de dudas que, en contra de lo que se suponía, la cepa US-1 no era la culpable. Por el contrario, el verdadero culpable, el hongo de la roya productor de la hambruna irlandesa no procedía de México, sino de otras zonas de Suramérica, cuya localización concreta se hará mediante posteriores investigaciones.

Esta aplicación de lo que se podría denominar arqueología molecular es un claro ejemplo de la variedad de las aplicaciones de la Biología y Genética moleculares en el campo de las investigaciones de acontecimientos históricos.

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