Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

El Titanic

Ha batido el récord de recaudación de taquillas y faltan algo más de dos semanas para conocer si será cierto lo que muchos vaticinan: si en la próxima ceremonia de entrega de los Oscar, en el Shrine Auditorium de Los Ángeles, el filme Titanic del director James Cameron, que compite por 14 de las estatuillas, será capaz de sobrepasar las 11 de Ben Hur, en 1959.

Dejando aparte las virtudes de este filme lo cierto es que, en la noche y madrugada del 14 de abril de 1912, cuando tuvo lugar la tragedia del Titanic, su choque con un iceberg, en su viaje inaugural desde Liverpool a Nueva York, el tema ha suscitado la curiosidad y la emoción de multitud de personas, para quienes ello significó un fuerte varapalo en su confianza en la Ciencia y el progreso. El barco se había concebido con las técnicas más modernas de principios de siglo, era el primer transatlántico dotado de doble casco, con una potencia de 51.000 caballos de vapor, poseía 16 compartimentos estancos, tres millones de remaches de tres centímetros de grosor y pesaba 42.000 toneladas. Los ingenieros lo consideraban insumergible.

Desde el primer momento se intentó la localización de los restos, su Investigación y su rescate y reflotamiento. Los progresos de la Investigación submarina han permitido alcanzar algunas de esas metas pero aun permanecen inalcanzables, y llenas de incógnitas, otras muchas. Sin embargo, es posible que los avances científicos permitan algún día conocer la participación relativa que tuvieron en el hundimiento del Titanic los errores humanos, los fallos técnicos e, incluso, el azar.

HUNDIMIENTO. En la mañana del fatídico día la radio del CALIFORNIA, un vapor que navegaba en las cercanías, avisó sobre la presencia de icebergs. El capitán del TITANIC, E. J. Smith no ordenó reducir la velocidad de crucero, que era la de 21 nudos. Poco después de las 11 de la noche el vigía Freed Fleet gritó "Iceberg por la proa". La maniobra de desvío de la trayectoria no evitó que a las 23.30 un iceberg de 500.000 toneladas rozase la proa y la chapa del casco del buque se rompiese sin dificultad al nivel de la línea de flotación. Dos horas más tarde se habían rajado 100 metros de casco y habían penetrado tres mil toneladas de agua que pasaban de un compartimiento estanco a otro a razón de 125 toneladas por minuto. Treinta minutos después solo la popa asomaba sobre el agua y la estructura del barco se doblaba hasta que, a las 02.20 de la madrugada, el casco, previamente partido, se hundía. Sobrevivieron 705 personas, rescatados por el buque CARPATIA, pero la mayor parte de pasajeros y tripulación, 1522, habían perecido.

Desde el instante del hundimiento no cesaron los trabajos para localizar y rescatar los restos del barco. Hasta 1985 se acumularon los fracasos. Ese año se organizó una expedición conjunta. Por una parte, el Dr. Robert Ballard salió de las Azores en el buque explorador KNORR, equipado con dos robots sumergibles, el ARGOS y el JASON, que funcionaban con control remoto y poseían sonar, cámaras fotográficas y vídeo. Por otra parte, desde el puerto militar francés de Brest zarpó Jean-Louis Michel en el buque LE SOUROIT, con otro robot de arrastre dotado de sonar.

HALLAZGO. Tras esfuerzos infructuosos, ya carentes de dinero y tiempo, en la madrugada del 1 de septiembre, las pantallas del KNORR reconocieron un objeto localizado por el ARGOS: era una de las calderas del transatlántico. Con actividad desenfrenada, en unos días, se pudieron tomar más de 20.000 fotografías y firmar docenas de horas de vídeo.

Al año siguiente el Dr. Ballard realizó una segunda expedición, esta vez con un sofisticado minisubmarino, el ALVIN, y un robot, el J.J. El TITANIC, dividido en tres trozos, parecía estar "de pie" a unos 3810 metros de profundidad. Miles de objetos cubrían las diversas zonas, muchos de ellos en perfecto estado: vajillas, bandejas, botellas, lavabos, etcétera. En 1987 se sacaron los primeros objetos. En 1991, desde la pareja rusa de sumergibles MIR se investigaron y filmaron los restos del barco con cámaras gigantes IMAX de 70 mm. y, en 1993, se concedió, en un decisión discutida, a la empresa RMS TITANIC INC., los derechos legales del salvamento y recuperación, con la condición de que los objetos recuperados no fuesen vendidos.

En 1993 y 1994 millares de objetos fueron recogidos, muchos de ellos expuestos en el Museo Marítimo Nacional Británico y otros lugares. En todo caso, lo que sí tiene permanentemente puestas a la venta esa empresa, para los entusiastas del tema, son muestras reales del carbón de las calderas del TITANIC. La última gran expedición a los restos del buque fue el verano de 1996, con gran alarde de medios técnicos (minisumergibles, sonares, posicionadores GPS, etc.), con la participación de científicos, cámaras de televisión (del Discovery Channel), ingenieros navales y exploradores. Se filmó un documental, se obtuvieron numerosas porciones valiosas del barco y se realizaron diversos estudios biológicos y metalúrgicos sobre el grado de deterioro del casco. Se intentó, y casi consiguió, rescatar una pieza del casco, de 15 toneladas pero al final se fracasó, por lo que ello se reintentará nuevamente el próximo verano.

TEORIAS. ¿Por qué se hundió tan fácilmente el TITANIC?. En 1991 el investigador canadiense Steve Blasco, que había descendido con el sumergible MIR, recuperó un disco metálico procedente del casco, con su pintura original, no deformado sino roto, con los bordes mellados. Los estudios metalográficos mostraron que las planchas que formaban el armazón del casco eran de un acero muy frágil, debido a su alto contenido en azufre. Sin duda, en la época de la botadura del TITANIC se desconocía que un alto contenido en azufre podría hacer al acero muy quebradizo. Según esta teoría, si el acero del casco hubiese sido el adecuado no se hubiera quebrado al chocar con el iceberg, sino tan solo abollado, como sucede en una pequeña colisión con un automóvil.

En la última expedición realizada en el verano de 1996 piezas diversas del acero del casco se recogieron para ser sometidas a diversas pruebas de laboratorio e investigar su ductilidad y fragilidad, tanto actual como la previsible de hace 85 años. Sobre todo, se siguen teniendo bastantes esperanzas en las investigaciones que se puedan realizar cuando se extraiga la gran pieza del casco prevista para el próximo verano. Recientemente, el investigador Tim Foecke ha señalado otra posible causa de la catástrofe que radicaría en la mala calidad, por exceso de escoria, del acero en los tres millones de remaches de tres centímetros de grosor que unían las planchas de acero. Según ello, la fricción con el iceberg hizo saltar los remaches y las planchas de acero se separaron abriendo grandes huecos en el casco del barco. Parece pues, que la Ciencia, antes o después, será capaz de desvelar el secreto del TITANIC, a pesar de su sepultura en el fondo del océano.

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