Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Contaminantes sin fronteras

"… en el siglo XX los hombres hicimos realidad, o casi, viejos sueños e ideales… Conseguimos ustedes, porque yo sólo miraba, que las democracias liberales derrotaran, o al menos recortaran las alas, a tres de los cuatro peores enemigos de la libertad: el fascio-nazismo racista, el comunismo de gulag planteado como negocio de Stalines y mangantes, y la multinacional oportunista, reaccionaria, nefasta cuando se la considera en un contexto histórico, … Al cuarto jinete el dinero aliado con la infame condición humana, a ése no lo derrotó … En el fondo, el móvil es el mismo: las vacas locas, la contaminación, la capa de ozono, la lluvia ácida, las leyes que se aprueban para clonar bichos, embriones o lo que se tercie… Todo responde a la ambición: queremos ganar dinero rápido, y además no morirnos nunca. Y somos tan arrogantes, tan irresponsables, que para conseguirlo osamos alterar las leyes de la Naturaleza. Por la soberbia y el capricho de vivir más a cualquier precio, abrimos peligrosas cajas de Pandora…"

La conservación de nuestros ecosistemas es una de las fijaciones del maestro Pérez Reverte. La cita anterior es de uno de sus interesantes y, a menudo, provocativos artículos publicados en EL SEMANAL (Sereis como dioses; 21 enero 2001). En cualquier caso, la denuncia realizada por Pérez Reverte, en tono profético, refleja muchas de las actuales preocupaciones de los humanos. Por ello, es imprescindible la existencia de un permanente y amplio debate social sobre las aplicaciones de la ciencia y de la técnica, debate al que cada uno de los grupos participantes deben aportar ideas y sentimientos. De los temas citados por Pérez Reverte hoy solo comentaremos ciertos aspectos relacionados con uno de los más importantes, el de la contaminación por productos químicos.

Pero, de antemano, tengamos presente que cualquier actividad humana, incluso la aparentemente inocente de tomarse un güisqui, posee un costo contaminante: procesos industriales y tecnológicos para fabricar el licor, la botella, el vaso, la silla, la mesa, etcétera. Lo que se debe perseguir es que ese costo sea lo más reducido posible y quede compensado con las adecuacdas atenciones protectoras y reparadoras de la Naturaleza. Aunque vivir signifique contaminar, el hombre posee herramientas, o las puede desarrolla, para conseguir un adecuado control de la situación

ARTICO. Existen motivos objetivos de preocupación. Por ejemplo, en el Ártico es muy escasa la presencia humana. Sin embargo, sorprenden y alarman las investigaciones realizadas que demuestran que en ese ecosistema se detectan muchas sustancias químicas de origen antropogénico, tales como componenentes de pesticidas, en concentraciones significativas, a pesar de no haberse utilizado allí nunca. Ya, antes, la catástrofe de Chernobyl nos había demostrado que no existe rincón de nuestro planeta que esté protegido de las sustancias liberadas en la latitudes medias industrializadas.

Un escenario típico sería el de un pesticida usado en una explotación agrícola. Las sustancias químicas activas se dispersan en el aire y son llevadas hasta otros lugares, corrientes acuosas, rios y océanos. Y, bajo ciertos reacondicionamientos estacionales, esas sustancias pueden volver a movilizarse y desplazarse a los lugares más recónditos, como las regiones árticas. Los contaminantes también usan otros caminos alternativos en otros biotas para su diseminación. Muchoss de ellos poseen naturaleza lipofílica, concentrándose en los lípidos o grasas y en los tejidos de animales y plantas, introduciéndose así en la cadena trófica alimentaria. De ahí hallazgos como que en las grasas de ciertas ballenas que viven a grandes profundidades se hayan encontrado una amplia galería de contaminantes químicos, en concentraciones anormalmente altas. O que en muestras aéreas, tomadas desde Europa a la Antártida, las concentraciones de PCB (bifenilos policlorados) fueran elevadas y prácticamente constantes.

CONDICIONANTES. En los últimos 50 años ingentes cantidades de diferentes contaminantes (entre 30.000 y 80.000 diferentes) se han dispersado al ambiente, procedentes de residuos industriales, fertilizantes, pesticidas, aerosoles, detergentes y limpiadores, armas químicas abandonadas, etcétera. ¿Cómo delimitar y combatir el problema?. La solución más drástica significaría una imposible total paralización de las actividades agrícolas e industriales de la Humanidad.

Por ello, es urgente desarrollar y validar modelos aplicables a escala mundial que permitan predecir y evitar los problemas a fin de aplicar normas correctoras, como las tomadas hace unos años de la prohibición de los clorofluorcarbonados, con cuya aplicación están comenzando a hacerse evidentes ciertos efectos positivos sobre la capa de ozono. Para conseguirlo, hemos de conocer todos los elementos intervinientes y su peso relativo. Son muchos y, frecuentemente, muy poco conocidos: propiedades físico-químicas de las sustancias, persistencia de las mismas, interacciones con el medio o procesos atmosféricos, oceanográficos y terrestres, etcétera. Pero los datos existentes indican que en el futuro será posible alcanzar un nivel de conocimiento que permita conocer el comportamiento global mundial de cada sustancia, evaluar sus peligros, y proponer las medidas de precaución adecuadas.

ACTUACIONES. Para ello, las Naciones Unidas deberían propiciar un intenso programa internacional investigador y de colaboración al respecto, con conclusiones a las que los gobernantes del mundo no hagan oídos sordos. La Convención sobre POP (véanse recuadros) celebrada el pasado año en Estocolmo es un inicio esperanzador.

Hasta ahora, solo han existido esfuerzos muy localizados, principalmente en Canadá, Europa y EE.UU., para resolver el gran rompecabezas de la contaminación química. Actualmente se está intensificando la colaboración entre grupos como son los de los investigadores MacKay (Ontario), Jones (Lancaster), McKone (Berkeley) y Bennett (Harvard) quienes están realizando proyectos como: monitorizar la "forma de vida" de algunos contaminantes químicos en toda la Tierra; desarrollar sistemas para medir las distancias características de diseminación de los POP; evaluar los riesgos de los POP sobre la salud humana; construir modelos que simulen el comportamiento de los contaminantes en las diferentes regiones y continentes de la Tierra, etcétera.

En conclusión: aparte de adoptar todas las medidas de precaución posibles para evitar el uso indebido de sustancias químicas potencialmente contaminantes, es imprescindible que se realice un esfuerzo colaborativo mundial para que se investiguen científicamente todas las facetas del problema y para que se puedan armonizar conceptos como los de seguridad y desarrollo.

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23-12-2016

Asma