Melatonina: ¿hormona de la juventud?
Fue bautizada con su nombre actual en el 300 a.C. por los médicos griegos Herófilo de Alejandría y Erasistrato quienes observaron su semejanza con una piña de pino. Los filósofos griegos la consideraron el asiento del alma. Descartes, profundizando más, la calificó de espíritu animal, es decir, de principio activador psíquico y somático.
Se trata de un órgano minúsculo, como un guisante, situado en el techo del tercer ventrículo cerebral: la glándula pineal. Y ese halo misterioso, que le acompañó durante siglos, se renueva hoy al ser el lugar de producción de una especie de milagro químico, la hormona melatonina. El pasado 7 de agosto el gran público conoció, a través de un extenso reportaje en el semanario Newsweek, la existencia de que fue calificada como verdadera "fuente de la juventud". Unos días después, en España, hacía lo mismo Blanco y Negro y, posteriormente, se sumaron los suplementos científicos de ABC, el Mundo, Quo y otros más, tanto de ámbito nacional como internacional. Hasta el Wall Street Journal se hizo eco de las perspectivas de negocio del tema. Por ello, ante el sonido ensordecedor de tantas campanas al vuelo quizá sea interesante intentar delimitar entre las realidades científicas y las esperanzas utópicas.
PANACEA UNIVERSAL. Entre las propiedades que, recientemente, se le han pretendido asignar a la melatonina figuran las siguientes: vuelve atrás el reloj biológico; ayuda a dormir mejor; combate el "jet lag" o desfase producido en los largos recorridos aéreos; aumenta el tiempo y la calidad de vida; contrarresta el estrés; potencia al sistema inmune; ayuda a evitar la gripe, catarros y otras enfermedades como el cáncer; baja el colesterol; mejora el talante y el humor; se tienen sueños más vívidos; los despertares son más frescos, etcétera.
Aunque a escala popular el nacimiento de la melatonina ha sido reciente, ya se han publicado libros como los titulados "Melatonina, la hormona antienvejecimiento" y "Melatonina, la maravilla natural de su cuerpo". En USA las tiendas de productos dietéticos ofrecen, y venden en grandes cantidades, frascos con tabletas de la hormona. 100 tabletas de 1,5 mg de melatonina cuestan unas 1.000 pesetas. ¿Quién no arriesga esa módica cantidad a cambio de la promesa de retrasar el envejecimiento?. No es de extrañar que, a través de la red Internet, al menos una docena de suministradores ofrezcan la hormona al ciberespacio. Y por poner un ejemplo, la empresa Amgen Pharmaceuticals ha invertido varios millones de dólares en la fabricación de la hormona.
ESTUDIOS CIENTÍFICOS. A pesar de su aparente novedad, lo cierto es que los científicos vienen ocupándose de la melatonina desde su descubrimiento, en 1958, por el Dr. Lerner de la Universidad de Yale. Desde hace bastantes años se publican unos tres artículos de Investigación diarios sobre esta hormona. Restringiendo las revistas científicas solo a las más prestigiosas, recogidas en la base de datos Medline, y concretándonos a la relación entre la melatonina y el antienvejecimiento, una búsqueda nos revela que, durante los últimos 6 años, se han publicado entre una y dos investigaciones mensuales al respecto.
El interés general se incrementó cuando la prestigiosa New York Academy of Sciences auspició, el año pasado, la aparición de un volumen de 588 páginas que recogía los estudios científicos más recientes sobre la hormona, presentados en una reunión científica celebrada en Italia. La mayor repercusión la alcanzó el trabajo del Dr. Pierpaoli, mostrando que el suministro de melatonina prolongaba la vida de una cepa de ratones alrededor de un 15%, paralelamente a un incremento de su calidad de vida ya que presentaban menos achaques y enfermedades, envejeciendo más lentamente. Es curioso que resultados semejantes, del propio Dr. Pierpaoli y otros investigadores, se hubieran publicado hace varios años sin haber concitado un interés público destacable.
PAPEL DE LA HORMONA. La molécula precursora de la melatonina es el neurotransmisor serotonina fabricado a partir del aminoácido esencial, el triptófano, aminoácido que hemos de tomar en la dieta, al no ser sintetizado por nosotros. La producción de la melatonina se realiza por la noche, en la oscuridad, ya que la luz impide su síntesis.
Los efectos de la melatonina son variados: el principal es el inducir el sueño y de ahí su potencialidad para combatir el insomnio; diferente es su acción sedante, que carece de efectos laterales. Pero sus propiedades más llamativas son su actividad antioxidante y la estimulante del sistema inmune. Su acción antioxidante la ejecuta destruyendo eficazmente los peligrosos radicales hidroxilos y otros agentes oxidantes asociados a los procesos de envejecimiento y a otros degenerativos, como la arterioesclerosis, el Parkinson, la aparición de ciertos tumores o el debilitamiento del sistema inmune. Ello es tanto más interesante por cuanto en los humanos, a partir de los 50 años, se calcifica nuestra glándula pineal y la producción de melatonina va disminuyendo progresiva y continuamente. Por ello, los ancianos tienen sueños menos profundos y son más sensibles al estrés oxidativo.
En cuanto al sistema inmunitario, uno de los grupos investigadores más activos al respecto, el del Dr. Maestroni, en Suiza, recientemente ha señalado, en una recapitulación publicada en el Journal of Pineal Research que la clave es que la hormona se enlaza a linfocitos T, que regulan la inmunidad celular, estimulando la producción de interleuquina-4. Esta, a su vez, actúa sobre las células estromales de la médula ósea e induce la liberación de los factores hematopoyéticos que contrarrestan las inmunodepresiones que se originan consecuencia del estrés, el tratamiento con fármacos, las enfermedades víricas o el propio envejecimiento.
FUTURO. ¿Debemos lanzarnos a consumir melatonina?. En absoluto. Es cierto que, en animales de experimentación, sus efectos parecen de interés. En humanos, también es eficaz para inducir sueños más largos y reparadores, incluso de día. Sin embargo, para asegurar la bondad de otras propiedades hace falta realizar más investigaciones. Es previsible que, hasta dentro de unos años, no se apruebe su uso farmacéutico y, hasta tanto, hay que tener precauciones, pues no se conocen los posibles efectos colaterales derivados de su uso o abuso ni las consecuencias indeseables que puedan originar probables contaminantes, presentes en los productos comerciales, vendidos en tiendas de dietética. Y el sospechoso "boom" informativo mundial existente desde hace unos meses puede que tenga estrecha relación con los intereses económicos y con las perspectivas de negocio de diversas empresas que desean fabricar y comercializar farmacéuticamente esta hormona.