El efecto Titón
Según la mitología griega, Titón era hijo de Laomedonte, rey de Troya, y hermano de Príamo, sucesor de Laomedonte. Fue amado por la diosa de la aurora, Eos, componente de la trilogía del Cielo. El hijo de Eos y Titón fue el héroe Memnón, rey de Etiopía.
Eos le pidió a Zeus que le concediese la inmortalidad a Titón pero olvidó pedir para su amado la eterna juventud. Concedida la petición, con el paso del tiempo Titón se convirtió en un anciano arrugado y decrépito que llegó a necesitar cuidados de bebé, durmiendo en una cuna, mientras que Eos permanecía siempre joven. Por ello, Titón quería morir y clamaba renunciar al don de la inmortalidad. Otro relato cuenta su transformación final en una cigarra.
El mismo tipo de situación, la expresó de forma precisa y concisa el satírico escritor anglo-irlandés Jonathan Swift, cuyos libros más conocidos fueron LOS VIAJES DE GULLIVER. En su obra PENSAMIENTOS SOBRE DIVERSOS TEMAS MORALES Y DIVERTIDOS se puede leer "Todos querrían vivir mucho tiempo; pero nadie querría ser viejo".
SENESCENCIA. Por ello, algunos científicos hablan del efecto Titón al referirse a que existen muchas investigaciones sobre las causas de la mortalidad, pero que serían necesarias muchas más sobre el envejecimiento y la senescencia, que podrían proporcionar la clave para alcanzar mayores esperanzas de vida o longevidades más elevadas y, sobre todo, para conseguir una adecuada calidad de vida durante la senescencia. Conocer cuáles son los procesos moleculares y celulares que modulan el proceso biológico del envejecimiento es el necesario punto de partida para influir sobre ellos y hacer menos negativos los efectos fisiopatológicos del envejecimiento.
En las colaboraciones de las pasadas dos semanas nos hemos referido a los conceptos de esperanza de vida y de longevidad. Ambos están muy determinados por los mecanismos de envejecimiento. Este es, pues, el núcleo fundamental del problema, que en las últimas semanas está siendo objeto de atención en muy importantes publicaciones científicas, tanto de Investigación directa como de alta divulgación: Science, Nature, New Scientist, Scientific American, etc. Por ello, hoy finalizaremos esta trilogía de artículos intentando resumir la situación actual y las perspectivas futuras sobre el tema del envejecimiento, huyendo de especulaciones gratuitas.
PREDETERMINACIÓN. En primer lugar habría que establecer que, en sentido estricto y como tales, no existen los genes de longevidad, a pesar de los múltiples reclamos informativos que nos podamos encontrar. Hayflick, uno de los investigadores más prestigioso en estos temas ha comparado el transcurso de la vida humana con el de un automóvil. Para fabricar un automóvil existe un proyecto, unos troqueles, unos materiales, pero el proyecto no predetermina ni establece la vida útil del vehículo. La "esperanza de vida" sería equiparable a la vida media estadística útil esperable para el coche considerado. Su "longevidad" sería su duración, cuando durante todo el periodo de su uso contase con el máximo de precauciones y de cuidados de mantenimiento. Es claro que, de algunas marcas y modelos (como Mercedes o Volvo) podemos esperar, en grandes líneas, una mayor esperanza de vida que para otras, pero cada caso particular la vida real dependerá de su utilización. Son el uso o mal uso del automóvil, las condiciones en que se realiza, las agresiones o accidentes que sufra, etcétera, las que determinarán su deterioro y envejecimiento, su vida útil.
De modo semejante, en la vida humana no existen unos genes que predeterminen la esperanza de vida o longevidad, aunque, al igual que en los coches Mercedes o Volvo, no es la misma esperanza de vida (unos 80 años) la de una niña japonesa que nazca ahora, con una historia de antepasados longevos, con adecuadas dotaciones genéticas, que la de otra chica cuyo nacimiento tenga lugar en un país del Tercer Mundo, con antepasados plagados de patologías y con unas condiciones ambientales totalmente desfavorables (menos de 40 años).
Por tanto, en este problema es previo y de estricta justicia conseguir para toda la Humanidad unas condiciones sociales y sanitarias semejantes a las del primer mundo. Volviendo al símil automovilístico ello se correspondería a la existencia generalizada de buenas carreteras, buenos talleres de reparación y buenos conductores. Pero, aunque la esperanza de ese deseo permanezca, no podemos ser ilusos, por lo que también nos interesa conocer, en nuestro entorno, las realidades y mitos existentes en torno al posible control del envejecimiento e, incluso a la posibilidad de volverlo atrás, de rejuvenecer.
SITUACIÓN. El envejecimiento se ha relacionado con la alteración de muchos mecanismos moleculares o celulares de tipo genético (el propio genoma; el funcionamiento de los sistemas de información genética; fallos en las reparaciones de ADN); de desregulación de la apoptosis, también conocida como "suicidio celular", que sirve para que desaparezcan células innecesarias o inadecuadas; fallos en los sistemas intracelulares dedicados a localizar y destruir a las proteínas defectuosas; alteración del sistema telómero- telomerasa, relacionado con la división celular; deficiencias en hormonas como DHEA o melatonina; o ingesta calórica, ya que en muchos seres vivos se ha comprobado una mayor esperanza de vida y de longevidad asociadas a la ingesta de dietas bastante hipocalóricas.
En otras ocasiones hemos comentado la dificultad de establecer en Ciencia los nexos correctos entre efectos y causas. Por ahora, para el envejecimiento, no están demostrados. De todos modos es muy interesante una Investigación publicada muy recientemente en la revista Science por Jan de Boer y su equipo (Rótterdam, Holanda) , en la que se propone un modelo de envejecimiento en el que se relacionan y participan de un modo lógico la mayor parte de los procesos anteriormente mencionados.
En todo caso, adelantándose al conocimiento real científico de los factores relacionados con el envejecimiento, se han propuesto, a veces con intereses espúreos, muchas actuaciones para retrasarlo o hacerlo retroceder. Por ello, recientemente, en la revista SCIENTIFIC AMERICAN, bajo el título "La verdad sobre el envejecimiento humano" casi medio centenar de los mejores especialistas en la cuestión han hecho un resumen de la situación actual, del que entresacamos los siguientes puntos: 1) salvo que se produzcan improbables avances científicos fundamentales la esperanza de vida no superará los 90 años en el transcurso del siglo XXI; 2) no existe un método científico establecido para conocer la "edad biológica real" de una persona; 3) las discusiones sobre una hipotética inmortalidad, por ahora, hay que situarlas fuera del contexto científico; 4) por ahora, la Medicina geriátrica no combate el envejecimiento sino a sus efectos; 5) los, por otra parte, saludables suplementos dietéticos de antioxidantes no tienen demostrado un efecto sobre el envejecimiento; 6) no hay ninguna hormona, cuya administración debe realizarse siempre bajo control médico, que haya demostrado reducir, interrumpir o revertir el envejecimiento; 7) ni, actualmente, es posible el rejuvenecimiento, ni existe ninguna medicina con real efecto antienvejecimiento; 8) el efecto de las dietas hipocalóricas en humanos no está establecido y su posible eficacia estaría modulada por su cuantía (efectos sobre la calidad de vida); 9) el desarrollo de terapias génicas y sustitución de órganos y tejidos que retrasen o reviertan el envejecimiento son posibilidades lejanas e difícil evaluación práctica; 10) los estilos de vida saludables, aunque no incidan directamente sobre el proceso de envejecimiento, ayudan a conseguir mayores expectativas de vida al retrasar o evitar las enfermedades relacionadas con la edad.