Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

El mentiroso presidente Clinton

Lope de Vega debió de poseer unas excelentes dotes de observación, como atestigua con la frase que incluye en la escena III del acto II en su obra El Guante de Doña Blanca: "Que no hay una diestra mentira que no se venga a saber"

¡Cuánto no habría de saber nuestro mayor dramaturgo sobre mentiras!. La constante contradicción entre su vida irregular, repleta de múltiples y continuados escándalos amorosos, y sus fervores religiosos, forzosamente le tuvieron que convertir en un gran experto en el arte del disimulo y de los sistemas de descubrir las mentiras. Lo curioso es que unos 400 años después que Lope de Vega lo plasmara tan certeramente, en la frase anteriormente recogida, diversos y reputados grupos científicos han llegado exactamente también a la misma conclusión. Entre ellos los investigadores de la Fundación de Investigación sobre el Gusto y el Olor de Chicago, en un trabajo presentado en una reciente reunión de la Asociación Americana de Psiquiatría. O los investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma, en sus estudios presentados con motivo del también recién celebrado Congreso Anual de la Academia Americana de Neurología.

GESTOS. Se ha discutido mucho desde hace tiempo sobre si las señales corporales no verbales son innatas, transferidas genéticamente, aprendidas, o adquiridas de alguna manera. La conclusión es que hay gestos de todas las clases posibles. Por ejemplo, hace bastante tiempo que el científico alemán Eibl-Eiesfeldt observó que la sonrisa de los niños nacidos ciegos y sordos se produce a pesar de que no hayan podido aprenderla por imitación. Y ya Darwin había expresado opiniones bien definidas sobre la existencia de gestos innatos.

Aparte del lenguaje verbal existe otro corporal, de gestos más o menos explícitos. Cuando se miente, ¿es posible mentir (disimular) simultáneamente con el lenguaje del cuerpo?. En general, la respuesta es negativa, aunque pueden existir diversas matizaciones dependientes de la destreza en la simulación. Entonces, si es difícil el disimulo corporal, ¿cuáles son las señales corporales, los gestos, que delatan la mentira?. Uno muy evidente suele darse en los niños, quienes, tras mentir, inmediatamente tienden a taparse la boca con las manos, en un intento cerebral tardío de que las palabras no salgan al exterior.

Al ir haciéndose adulto el gesto de la persona se hará menos claro y más refinado, pero seguirá conservándose. Posiblemente ya no se trate de que la mano cubra la boca y el dedo pulgar oprima la mejilla. Puede transformarse en un tapado parcial de la boca con algunos dedos o con el puño, pero el significado sigue siendo idéntico. Y lo mismo sucede si se trata de disimular el gesto emitiendo una ligera tos. Un buen observador no será engañado. Respecto al hecho de tocarse la nariz parece que está relacionado con que la nariz contiene tejidos eréctiles, que se activan con las señales nerviosas cerebrales generadas como consecuencias del mentir. Se trataría, pues, del conocido como "efecto Pinocho".

¿FRENTE O BOCA?. Los científicos de Oklahoma están investigando las bases neurológicas de la comunicación afectiva, cuyo conocimiento incrementaría la capacidad del médico para evaluar cómo se alteran esas funciones en enfermedades como demencias o derrames cerebrales. Para ello estudiaron las vías por las que el cerebro reconoce y procesa las emociones faciales. Participaron 40 voluntarios que, bien con su ojo derecho (cuya visión es procesada por el hemisferio izquierdo del cerebro), o con su ojo izquierdo (visión procesada por el hemisferio derecho cerebral) observaron diversos dibujos de rostros humanos que expresaban diferentes emociones localizadas en la parte superior o inferior de su rostro: felicidad, tristeza, angustia, miedo, sorpresa y neutralidad.

El resultado final fue llegar a la conclusión de que tendemos a identificar mejor las emociones mostradas en la parte inferior que en la superior del rostro. Concretamente, nuestro sistema emocional social o aprendido hace que en nuestra vida usual de relación enfoquemos nuestra atención en la parte inferior del rostro, que es procesada por nuestro hemisferio izquierdo cerebral, pero también es identificada bien por el hemisferio derecho. Por el contrario, es nuestro sistema social primario o innato el que procesa la parte superior del rostro, preferentemente por el hemisferio derecho cerebral. Como los humanos aprendemos a manipular nuestras emociones faciales, para acomodarlas a las situaciones sociales determinadas, por ello, un ejemplo significativo es el de una persona, enfadada con su superior, al que le está pidiendo un aumento de sueldo, exhibiendo una sonrisa social más bien que un ceño fruncido.

Ello significa, pues, que por no observar detenidamente la parte superior del rostro de nuestros semejantes frecuentemente estamos perdiendo obvios gestos faciales que podrían ayudarnos a distinguir los verdaderos sentimientos de nuestros interlocutores.

CLINTON. En cuanto a los investigadores de la Fundación de Chicago, tras revisar los más importantes 20 libros y 64 investigaciones realizadas sobre la mentira, concluyeron con un listado de 23 signos de disimulo físicos o verbales que pueden tener utilidad práctica clínica. Por cierto, es curios que algunos de los libros analizados eran usados normalmente en el aprendizaje de los métodos de interrogatorio por organismos tales como el FBI, policía, etcétera. Entre tales signos se pueden mencionar: inclinarse hacia delante, mojarse los labios, tapar la boca, tocarse la nariz, apartar la mirada, toquetear objetos, sonrisa insincera (sin movimiento de las líneas de arrugas alrededor de los ojos), aumento de modificadores o calificadores verbales, tartamudeos, aclarar la garganta o errores de dicción.

¿Cómo comprobar científicamente el significado de esos gestos físicos y verbales?. Una aplicación concreta fue la de comparar minuciosa y científicamente vídeos de diversas intervenciones del presidente Clinton, en los que obviamente decía la verdad, en relación con su testimonio ante el Jurado de acusación, cuando negó cualquier relación con Mónica Lewinsky (testimonio que posteriormente tuvo que admitir que era falso).

¿Cuáles fueron los resultados obtenidos por los científicos de Chicago?. En las cintas en las que mentía resultaron muy incrementados 20 de los 23 rasgos o señales previamente escogidos. Comparando las declaraciones no veraces con las veraces ello se tradujo en incrementos de un 100% de inclinaciones, un 355% de tragos de agua o de saliva, un 250% de contactos de la mano con la cara, un 219% en rehuir la mirada, un 402% en calificadores y modificadores verbales, un 1733% en errores de dicción o un 1.444% en tartamudeos. Es decir, que, de acuerdo con Lope de Vega, no hay mentiras diestras.

Pero, aparte de esta anécdota presidencial, lo importante es poder desarrollar sistemas útiles para descubrir si se está mintiendo ya que, por ejemplo, en muchas situaciones psiquiátricas sería muy útil para el médico conocer si el paciente está diciendo la verdad o engañando. Por otra parte, en alguna psicosis el paciente puede mentir, pero realmente cree que es verdad lo que dice por lo que, en estos casos, sus gestos conductuales serían los correspondientes a la verdad.

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