Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

X, la incógnita conocida

"Los rayos X tienen por nombre una modesta incógnita que todo el mundo conoce". Así escribía, en 1905, nuestro Premio Nobel de Literatura, José Echegaray respecto a su descubrimiento, cuyo centenario ha tenido lugar el miércoles pasado. El físico Wilhem Röntgen fue galardonado, por ello, con el Premio Nobel de Física de 1901.

Para Röntgen era aplicable la frase que, en 1920, escribiera Alain, seudónimo del filósofo francés Émile-Auguste Chartier, en su "Sistema de las Bellas Artes": "la ley suprema de la invención humana es que solo se inventa trabajando". Efectivamente, en 1895, a sus 50 años, William Conrad Röntgen, de origen prusiano, había trabajado muy duramente en temas diversos como la elasticidad, la acción capilar de fluidos, la conducción de calor en los cristales, la absorción de calor por los gases o la piezoelectricidad.

FÍSICA MODERNA. Lo sucedido aquel día de noviembre de 1895 se considera realmente como el nacimiento de la Física moderna. Al observar el fenómeno de la fluorescencia en unos cristales de platinocianuro de bario situados cercanos a un tubo de rayos catódicos, Röntgen interpretó, clarividentemente, que los rayos catódicos del tubo originaban una radiación misteriosa, los rayos X, que salía del tubo, llegaba a los cristales y provocaba su fluorescencia. Pronto quedó clara la capacidad de los rayos para atravesar el papel, madera, aluminio y otros materiales así como que afectaban las placas fotográficas.

Su mujer, Anna Barthe, días después cedió su mano para que fuese atravesada por los rayos, que posteriormente impresionaron una placa fotográfica, posibilitando "ver" los huesos de la mano, que quedaban nítidamente representados sobre la placa. Nacía la radiografía. Y la incógnita de la naturaleza de los rayos X comenzó a despejarse varios años después: se trataba de una radiación electromagnética, semejante a la de la luz, pero con menor longitud de onda, del orden de una milésima parte.

APLICACIONES. Una importante vía de aplicaciones se abrió en 1912, cuando Max Theodor von Laue sugirió que la disposición regular de los átomos de los cristales podría funcionar como una red de interferencia hacia los rayos X. Así nacían las técnicas de estudio de los cristales mediante los rayos X y las de los rayos X por medio de cristales.

Las consecuencias de todo ello han sido muy notables. Incluso, hoy día, más del 80% de todos los estudios médicos de imágenes siguen usando los rayos X a través de más de un centenar de exámenes diferentes, que van desde una simple radiografía pulmonar a una mamografía e, incluso, a un complejo arteriograma coronario. Asimismo, el desarrollo de nuevos tipos de contrastes permiten identificar estructuras como riñones y vasos sanguíneos, poco visibles convencionalmente. Por otra parte, los rayos X son de utilidad esencial en las variadas técnicas de radiología intervencionista, lo que permite realizar actuaciones quirúrgicas mediante diminutos dispositivos situados en los extremos de finos catéteres. Y, hace poco tiempo, se anunciaba la construcción de un escáner tridimensional de rayos X, de resultados superiores a los de la tomografía axial computadorizada, llegando a detectar alteraciones metabólicas antes que ocurran las anatómicas o morfológicas.

Hace ahora un año que se inauguró en Grenoble la Instalación Europea de Radiación Sincrónica, en la que participa España con un 4%. Es la mayor fuente de rayos X del mundo, que actúan como un gran láser cuyas aplicaciones permitirán analizar las microestructuras de átomos y moléculas, sus disposiciones y sus fuerzas. Facilitará el diseño de los materiales del mañana, que se utilizarán para construir nuevos microprocesadores, diferentes materiales superconductores, variadas macromoléculas y el desarrollo de nuevas técnicas de análisis mediante imágenes.

Si nos trasladamos al extremo de lo inmensamente grande, los telescopios astronómicos de rayos X, situados en satélites y vehículos espaciales, están proporcionándonos datos valiosos para la comprensión del universo. El lanzamiento, en 1990, del observatorio-satélite Rosat, para el análisis de los rayos X espaciales, ha supuesto la detección de más de un centenar de miles de fuentes de alta energía en el espacio. Ha facilitado el estudio de las galaxias, los agujeros negros, la materia oscura, así como las erupciones solares ricas en rayos X, cuya influencia sobre el clima terrestre parece ser muy grande.

MADAME CURIE. El gran genético americano Hermann J. Muller, en 1927, trabajando con rayos X sobre moscas Drosophila descubrió su efecto mutagénico . Al conocerlo, el Dr. Karl-Heinrich Bauer tuvo la gran idea: "el hecho de que los mismos rayos X que originan mutaciones en las células germinales sean capaces de causar cáncer en las células del cuerpo humano vendría a constituir la base para la teoría de las mutaciones sobre el origen del tumor". Se establecía así la relación mutagénesis-carcinogénesis, inicio del conocimiento de los mecanismos moleculares de la malignización.

Tras su descubrimiento, muchos médicos y científicos se expusieron a los rayos X sin protegerse. A comienzos del presente año todos recordaremos que los restos de madame Curie tuvieron el honor de ser los de la primera mujer en descansar en París, en el Panteón. Ante la posibilidad de que aun emitiesen un exceso de radiactividad, previamente fueron exhumados. Con sorpresa, se comprobó que la radiación debida al radio, cuya vida media supera los 1500 años, era tan solo de 360 becquerel por metro cúbico, muy por debajo del nivel peligroso establecido en 7.000 becquerel por metro cúbico. Ello aclara un punto hasta ahora equivocado, cual es la suposición de que la muerte de madame Curie se produjo por el exceso de las radiaciones del radio recibidas. Los datos muestran que madame Curie, en vida, no estuvo expuesta a dosis letales de radio, por lo que su última enfermedad debió ser causada por los rayos X recibidos al hacer radiografías cuando aun no se usaban protecciones al respecto.

Una deducción parece clara. Para el bien de la Humanidad, a pesar de lo que opinaba nuestro Nobel Eguiagaray, la incógnita X, los rayos X, siguen ofreciendo muchos aspectos intrigantes por despejar.

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