Tuberculosis: las dos caras
Simbólicamente, Margarita revivía el mito de Manon Lescaut, la heroína creada un siglo antes por Prévost: la lucha de la mujer por el amor y por ser libre. En este caso su desgraciado final, presa de la tuberculosis, era un fiel reflejo de cómo, en el siglo XIX y comienzos del XX, se representaba este mal como una enfermedad que solía golpear a personas jóvenes, delicadas y sensibles, en lo más prometedor de sus vidas.
TUBERCULOSIS. Pero Margarita Gautier no solo era un símbolo. Para crear el personaje, Dumas se basó en una "cortesana", Marie Duplesis, cuyos padres eran porteros de un inmueble. Pero lo que a nosotros nos interesa es que, en esos tiempos, la tuberculosis era una enfermedad ampliamente extendida. Una enfermedad extraña: causada por un bacilo, pero muy dependiente de las situaciones de pobreza; exógena y a la vez endógena.
A mediados del presente siglo el milagro de los antibióticos hizo concebir la esperanza de su erradicación. Sin embargo, ello no ha sido así y, peor aun, recientemente se han disparado diversos sistemas de alarma alertándonos respecto a los nuevos peligros de un rebrote generalizado de la enfermedad, que ahora es más resistente a los tratamientos.
En realidad, la situación siempre ha permanecido peligrosamente larvada. Hace ocho años la OMS (Organización Mundial de la Salud) estimaba que, anualmente, se diagnosticaban cerca de ocho nuevos millones de casos de tuberculosis; que morían tres millones de afectados; que el 90% de ellos vivían en los países menos desarrollados. Todo ello hacía que, abarcando a todo el mundo, la tuberculosis constituyese la principal causa de muerte, originada por un organismo, entre las edades de 15 y 49 años. Esas aterradoras cifras, actualmente siguen estando vigentes e, incluso, incrementadas, de modo que, en 1993, la OMS llegó a declarar la situación ocasionada por la tuberculosis como de emergencia global.
ALARMAS. Actualmente se estima que, posiblemente, la tuberculosis ha infectado a una tercera parte de la población mundial y que, por término medio, una persona con tuberculosis infecta a otras 15 personas en el curso de un año. ¿Qué nuevos factores han obligado a que las autoridades sanitarias se pongan en guardia?. Uno de ellos es que los tratamientos contra el Mycobacterium tuberculosis no son sencillos, por lo que suelen ser incompletos en amplias zonas de nuestro planeta. Ello favorece que la situación de los enfermos se haga crónica, así como que se desarrollen variaciones bacterianas más resistentes a los medicamentos.
En 1940 comenzaron a aflorar los primeros casos de bacterias resistentes a alguno de los medicamentos eficaces que existían. Actualmente la situación es bastante más grave: en un estudio auspiciado por la OMS, recientemente hecho público por el equipo investigador dirigido por el Dr. Ariel Pablos-Méndez, se ha demostrado que en la India ya el 13% de los casos son multirresistentes y que el actual porcentaje del 2-3% de resistencia múltiple existente en África, Brasil o Estados Unidos, tiende a aumentar rápidamente. La multirresistencia está presente en más de 35 países investigados. En pacientes que están en tratamiento más de un mes, se da un 36% de casos de resistencia a alguno de los cuatro medicamentos más comunes (isoniazida, estreptomicina, rifampina y ethambutol) así como un 13% de situaciones de multirresistencia.
La epidemia mundial de SIDA ha complicado el panorama, debido a la sensibilidad a la infección de tuberculosis que muestran esos enfermos. Peor aun, los responsables de la OMS reconocen los pobres resultados obtenidos en muchos países en la lucha eficaz contra una enfermedad que, además, ignora la existencia de fronteras entre las naciones, estando retornando a los países del Primer Mundo, como en una especie de venganza. Si la situación actual no mejora apreciablemente se calcula que hacia el año 2020 estarán nuevamente infectadas más de mil millones de personas, de las que morirán anualmente más de setenta millones.
Ante este preocupante porvenir ¿qué hacer?. Se han de desarrollar nuevas y mejores vacunas pero, hasta tanto ello no se consiga, bastaría con seguir fielmente el tratamiento que recomienda la OMS, basado en un régimen de seis meses, usando una combinación de cuatro medicamentos. Este tratamiento es capaz de curar totalmente más del 95% de los casos, con un costo individual inferior a 11 dólares, es decir, menor de dos mil pesetas. Sin embargo, el problema consiste en implementar estos tratamientos de forma eficaz en los países más pobres. Para lograrlo, la OMS reclama que se realice un gran esfuerzo mundial al respecto.
ESPERANZAS. Otra línea de esperanza hacia el futuro se abrió hace pocos días tras el anuncio realizado por un grupo de científicos anglo-franceses pertenecientes al Centro Sanger de Cambridge y al Instituto Pasteur de París. Han conseguido completar la secuenciación, el conocimiento molecular, de los más de cuatro millones de pares de bases que constituyen los más de cuatro mil genes del genoma del Mycobacterium tuberculosis. Es el segundo mayor genoma de un ser vivo secuenciado hasta la fecha, tras el más amplio ya conocido de la bacteria Escherichia coli. El bacilo de la tuberculosis procede evolutivamente de una bacteria del suelo que logró pasar a infectar a los bovinos. Hace unos 10.000 años, tras la domesticación del ganado, se produjo el salto desde los bovinos a la especie humana.
De los datos preliminares existentes se puede deducir que un buen número de los genes de la bacteria de la tuberculosis representan un papel importante para lograr evadir al sistema inmunológico humano. En muy breve plazo se va a completar la secuencia de otra variante bacteriana de la tuberculosis, todo lo cual hace albergar esperanzas de que la información que se obtenga, junto a los modernos avances de la ingeniería genética, facilitarán en un próximo futuro la consecución de nuevos fármacos y de nuevas vacunas contra la tuberculosis más eficaces que los actuales.