Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

On-off Parkinson

El médico inglés James Parkinson describió por vez primera, hace 185 años, la enfermedad que, desde entonces, lleva su nombre. Durante estos casi dos siglos transcurridos la incidencia de la enfermedad ha ido aumentando paulatinamente, sus causas últimas siguen idiomáticas, es decir, desconocidas y no se ha descubierto ninguna cura definitiva para la misma.

Se trata de una enfermedad del sistema nervioso que afecta, principalmente, a la zona del cerebro encargada del control y de la coordinación del movimiento del tono muscular y de la postura. Esa zona está formada esencialmente por sustancia negra y el neurotransmisor principal es la dopamina, una molécula que se forma por descarboxilación metabólica del aminoácido no proteínico L-dopa (dihidroxifenilalanina). Aunque no curable, hoy en día la podamos considerar como una enfermedad medianamente tratable, ya que, a pesar de las limitaciones que impone, con la medicación adecuada los síntomas se pueden controlar y la mayoría de los enfermos pueden llevar una vida independiente y activa, sin acortamiento de sus esperanzas de vida.

CIFRAS. La enfermedad de Parkinson va acompañada de una degeneración de la sustancia negra, con la consiguiente disminución de la producción de dopamina. ¿Es ello causa última o efecto?. No hay todavía una contestación incuestionable, pero como la dopamina es esencial para que los movimientos se realicen de una forma adecuada y armónica, las principales manifestaciones de la enfermedad se relacionan con un impreciso control de los movimientos: temblor, lentitud, rigidez o alteraciones de la marcha y de la postura.

Cada ser vivo, desde que nace comienza a envejecer. Y aunque existan unas pautas generales, el proceso es único y personal para cada individuo y va acompañado por un paulatino deterioro de las funciones celulares, tisulares, orgánicas e individuales. Desde este punto de vista podríamos considerar que la enfermedad de Parkinson es una manifestación más de las que pueden acompañar al envejecimiento. Hasta comienzos del siglo XX las expectativas de vida al nacer escasamente alcanzaban los 40 años. Hoy día, esta cifra casi se ha duplicado. Por tanto, conforme la población envejece, cada vez habrá un mayor porcentaje de enfermos de Parkinson ya la manifestación de la enfermedad alcanza su mayor intensidad a partir de los 50 años, con un máximo hacia los 70-80 años.

En los países más avanzados el porcentaje de personas con más de 65 años se está incrementando enormemente, casi duplicándose cada 40 años, pasando del 4,7% del año 1920 al 9,2% en 1960 o al 11,6% de 1982. Actualmente la enfermedad afecta a alrededor de un 2% de las personas (varones o hembras) mayores de 65 años y a un 0,2% de la población en general, lo que significa que en España existen cerca de 80.000 enfermos y un millón en Europa. Cada nueve minutos es diagnosticado un nuevo enfermo de Parkinson en Europa y otro en Estados unidos. Dada su naturaleza e importancia, con la necesidad de tratamiento y apoyo constante que son necesarios para el enfermo, y con la rentabilidad social que supondría cualquier avance científico derivado de las investigaciones sobre la enfermedad, podríamos suponer que los poderes públicos necesariamente se han tenido que sensibilizar al respecto. La cruda realidad es muy otra. En USA, con su liderazgo mundial, para investigar sobre el Parkinson se invierte por cada uno de los enfermos afectados una cuarentava parte de lo invertido por enfermo de cáncer y menos de una milésima parte de lo gastado por enfermo de SIDA. Como es lógico, en Europa las cifras son aun más bajas.

ASOCIACIONES. Sensibilizada por las bajas inversiones dedicadas en Europa a la enfermedad de Parkinson una paciente española, Ana Mari del Arco, en la primavera de 1998, tomó la iniciativa de dirigirse a todos los miembros del Parlamento europeo para sensibilizarlos respecto al problema. Ello fue el germen para crear, en 1999, una asociación europea de enfermos de Parkinson, la Europark, uno de cuyos primeros logros ha sido la creación, en Internet de un foro hispano sobre la enfermedad, así como en el próximo programa-marco europeo de Investigación se tenga en cuenta el tema, cuyo anticipo fue la presentación de un proyecto, aprobado en diciembre de 1999, que posibilitará que los pacientes de Parkinson puedan seguir de cerca y ayudar en una Investigación sobre su enfermedad.

A nivel mundial también existe otra organización que, incluso, proporciona un boletín diario de noticias via Internet. Pero las más interesantes son las asociaciones más locales, usualmente privadas, sin ánimo de lucro, compuestas por enfermos y familiares, con finalidades diversas: autoayuda para los pacientes que, en las vivencias y experiencias de otros pacientes, encuentran el apoyo necesario para aceptar la enfermedad; poder estar al día de las noticias y avances de tratamientos; realizar una labor de sensibilización de la sociedad sobre el problema.

En el ámbito de difusión de este periódico existen algunas de estas encomiables Asociaciones. La dirección de Parkinson Valencia es c/ Chiva 10 bajo, 46018 Valencia, teléfono 96 382 46 14; la de Parkinson Albacete es c/ Baños 36-5 ºC, 02005 Albacete, teléfono 967 242474 y en la c/ Arquitecto Emilio Piñero, 1-1ºA, 30007 Murcia, teléfono 968 249883 se encuentra ubicada la Asociación On-Off de la Región de Murcia.

ESPERANZAS. Los tratamientos actuales, que no comentamos, están logrando casi controlar la enfermedad. Las investigaciones en marcha, sin levantar falsas perspectivas, están logrando avances que permiten ser optimistas para un futuro a medio plazo, A título de mero ejemplo señalaremos algunas de las posibilidades que últimamente han recibido una cierta atención.

En primer lugar la cafeína u otras sustancias similares, basándose en su papel como antagonistas del receptor A2A de la adenosina, lo que, a través de complejos caminos, se traduce en una reducción de la neurotoxicidad y en recuperar déficits motores, en un modelo animal de Parkinson. Otros datos avalan que las personas consumidoras de mayores cantidades de café presentan un menor riesgo de desarrollar parkinson. Todo ello abre nuevos enfoques de Investigación sobre la modulación del receptor A2A y los efectos finales sobre la sustancia negra y la producción de dopamina.

La reparación cerebral del daño es otra posibilidad. El uso de trasplantes de neuronas dopaminérgicas nigrales embrionarias ya se consiguió hace más de 20 años en ratas. Sin embargo, las experiencias de implantes fetales realizados en 40 enfermos humanos de Parkinson, han sido, como mínimo problemáticas. Otra posibilidad que se está analizando es la del xenotrasplante con tejido cerebral de cerdos, sobre todo tras las recientes obtenciones de cerdos transgénicos en los que los problemas de rechazo son mucho menores. Sin embargo, el campo futuro más prometedor, ¿cómo no?, es el de las células progenitoras (células madre) neuronales. Las productoras de dopamina están presentando, por ahora, más dificultades de conseguir que las gabaérgicas. Otra aproximación diferente es la anunciada hace unos días por médicos ingleses de que la inyección directa sobre las zonas dañadas cerebrales, de GDNF (factor neurotrófico derivado glial), con resultados preliminares muy positivos que necesitaran tiempo para su confirmación, lo que, en el mejor de los casos, significaría una aplicación médica comercial en 4-5 años.

Otra actuación posible es la de la estimulación profunda cerebral, mediante la implantación quirúrgica cerebral de un dispositivo parecido a un marcapasos cardíaco. En Estados Unidos la FDA acaba de aprobar esta nueva tecnología para ciertos casos específicos.

Un artículo publicado en septiembre del 2001 en la revista Science mostró los mecanismos mediante los cuales ciertas sustancias que se usan como antidepresivos pueden tener un efecto neuroprotector en las fases tempranas de la enfermedad de Parkinson a través de su acción inhibidora sobre el transporte de dopamina. Ello ha abierto otra sugerente línea de Investigación sobre terapias del Parkinson. Otros datos interesantesrecientes, previos, que habrán de ser confirmados en el futuro son los de los efectos beneficiosos de las terapias hormonales sustitutorias sobre el Parkinson.
 

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