Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Xenotrasplantes: barreras y planteamientos

Tal como indicábamos en un artículo anterior, en éste trataremos sobre la situación de los xenotrasplantes, tomando como guía la reciente presentación hecha al respecto por los profesores Parrilla y Ramírez, reputados especialistas en el tema, con motivo de la reciente celebración en Murcia del Tercer Congreso Nacional de Bioética.

Dejando aparte antiguos relatos míticos e historias posteriores poco creíbles, el xenotrasplante o trasplante de órganos animales a hombres, con finalidad clínica, se inició a mitad del siglo pasado. Pero pronto se hizo presente que el rechazo inmunológico constituía su principal limitación, rechazo que es tanto más intenso cuanto el animal esté filogenéticamente más alejado del hombre. La existencia de xenoanticuerpos naturales que activan al sistema sanguíneo del complemento humano era la causa principal del conocido como rechazo hiperagudo que origina que los órganos xenotrasplantados se necrosen casi inmediatamente, con el consiguiente fracaso.

CONVENIENCIA. Como casi simultáneamente tuvo lugar el desarrollo y éxito de los programas clínicos de alotrasplantes entre humanos donantes y receptores, durante unas décadas las investigaciones sobre xenotrasplantes se debilitaron. Sin embargo, en el transcurso de la pasada década el tema resurgió nuevamente con fuerza, debido principalmente a dos factores: a) el desarrollo de las ciencias básicas como la Biología Molecular, la Genética y la Inmunología; b) la carencia de suficientes órganos de donantes humanos capaces de satisfacer la gran demanda existente de los mismos.

Por ello, pronto se intensificaron las investigaciones y se llegó a la interesante conclusión de que, globalmente, la fuente más idónea de órganos xenotrasplantables era el cerdo y que para evitar los fenómenos de rechazo se podía acudir a la biotecnología, obteniendo cerdos transgénicos capaces de anular la activación del sistema complemento humano. Para ello, los cerdos transgénicos habrían de ser capaces de expresar en su endotelio a inhibidores fisiológicos del sistema humano del complemento. Otro paso adelante sería la futura obtención clónica de tales cerdos transgénicos ya que de ese modo se contaría con un material de partida controlado y totalmente reproducible.

Los primeros éxitos llegaron pronto y ya existen casi media docena de empresas biotecnológicas que han obtenido cerdos transgénicos capaces de expresar los inhibidores del complemento, lo que significa la desaparición del rechazo hiperagudo cuando sus órganos son xenotrasplantados. Pero aunque el camino recorrido sea grande y las esperanzas futuras estén fundadas, sin embargo, ello no significa que estemos en condiciones de una inmediata aplicación clínica. Existen barreras que superar, algunas de cierta importancia.

BARRERAS. Se puede simplificar la enumeración de los obstáculos a vencer clasificándolos en tres categorías: a) inmunológicos; b) fisiológicos, y c) infecciosos.

En cuanto a los inmunológicos ya hemos señalado que los avances biotecnológicos han permitido superar el problema del rechazo hiperagudo. Sin embargo, con ello no finalizan las complicaciones inmunológicas ya que existen otras respuestas inmunológicas fuertemente adversas que se han puesto de manifiesto al incrementarse la supervivencia de los animales receptores de xenotrasplantes: por una parte, rechazo vascular retardado y rechazo celular, así como otro rechazo, el crónico de injertos. Aún no son bien conocidos los mecanismos íntimos de estos procesos de rechazo, por lo que su combate todavía no ha conseguido todo el éxito deseado. El rechazo vascular agudo ha sido estudiado principalmente en xenotrasplantes de cerdos transgénicos a primates, llegando a ser controlado el fenómeno mediante el suministro intensivo de sustancias inmunosupresoras, pero la consecuencia directa o indirecta de ello provoca el fallecimiento del animal trasplantado. En cuanto al rechazo celular y al crónico del injerto se han descubierto al estudiar monos trasplantados con riñones de cerdos transgénicos, lográndose supervivencias que, en algunos casos, han superado los tres meses.

Los condicionamientos fisiológicos hacen referencia a la necesidad de un posterior buen funcionamiento, tras el trasplante, del xenoórgano. Por ahora, los datos que se van reuniendo son esperanzadores. En Cambridge, cuando se trasplantaron riñones de cerdos transgénicos a monos, se pudo comprobar la funcionalidad de los órganos trasplantados y que las complicaciones que acompañaron el proceso, tales como la necesidad de suministro de eritropoyetina, son salvables. Una situación análoga, o mejor, ha tenido lugar en experiencias de corazones de cerdos transgénicos xenotrasplantados a monos. Una mención especial merece el xenotrasplante hepático, ya que ha sido en España, en el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, donde en el año 2000 el equipo dirigido por los Drs. Parrilla y Ramírez realizó por primera vez en el mundo un xenotrasplante hepático de cerdo transgénico h-DAF a babuinos, demostrando la buena operatividad hepática, sobreviniendo la muerte de los babuinos por causas extrahepáticas.

Respecto al riesgo de infecciones, las más difíciles de conocer y controlar serían las de transmisión a los humanos de unos nuevos, desconocidos e hipotéticos retrovirus porcinos. Para regular la situación se está trabajando intensamente a fin de establecer las mayores condiciones de bioseguridad a lo largo de todo el proceso

MÁS. Aunque los xenotrasplantes de órganos sólidos a humanos aun no están en condiciones de constituir una práctica clínica habitual comienzan a existir otro tipo de operaciones con xenoórganos, xenotejidos y xenocélulas cuya aplicación clínica puede ser más inmediata.

De este modo, se puede hablar como una realidad clínica el conocer que se han hecho xenotrasplantes de células porcinas en algunos casos de enfermedad de Parkinson. Y para casos graves de diabetes de tipo I ya existen datos de ensayos clínicos de fase II en los que se están xenotrasplantando islotes pancreáticos a fin de restaurar la producción de insulina en los pacientes. Menor éxito ha tenido otra posibilidad explorada que ha consistido en el intento de utilizar hígados porcinos para la realización de perfusiones extracorpóreas en algunos casos sin otras alternativas, tales como fallos hepáticos fulminantes o hepatopatías terminales.

Otra posibilidad que actualmente se está analizando parte del hecho ya comprobado de que, por ahora, la supervivencia de los animales, como monos, sometidos a xenotrasplantes, se puede medir en términos de días o meses, aunque aun no estén resueltos los problemas que darían lugar a un mejor pronóstico. En tal caso, ante un paciente necesitado inmediatamente de un trasplante, pero con la situación de que todavía no se cuenta el órgano adecuado, ¿sería lícito realizar un xenotrasplante para aumentar ese periodo de espera y mantener al paciente con vida hasta conseguir el órgano adecuado?

En suma, en el artículo anterior comentábamos los limitados resultados obtenidos, hasta ahora, por la Terapia Génica y el futuro esperanzador que se ofrece ante la tecnología de las células precursoras o madre. En la lucha contra la enfermedad la del xenotrasplante cabe esperar que, en el futuro, pueda convertirse en otra de las armas eficaces. Se ha avanzado mucho, faltan muchos temas que resolver pero el camino andado hasta ahora permite tener esperanzas para el futuro.

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