Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Bacteria mutante

Así se titula la reciente y aplaudida novela de una excelente escritora catalana. Con este título trata de aludir a pautas del comportamiento humano parecidas al hecho biológico- al que, por cierto, la escritora se refiere con una notoria confusión conceptual- de la conocida existencia en los microrganismos de mutaciones que pueden convertirlos desde formas inocuas a otras muy patológicos

Efectivamente, la adaptabilidad y flexibilidad de las bacterias son realmente asombrosas. Posiblemente por ello constituyen unas de las formas vivas más antiguas del planeta, con más de 300 millones de años, mientras que el hombre apenas supera un millón de años. No todas las bacterias, ni mucho menos, son perjudiciales para la especie humana, pero algunas de ellas han sido las responsables históricas de las devastadoras epidemias infecciosas acaecidas en la Humanidad. Un hito importante ocurrió hace unos 60 años cuando el talento humano fue capaz de desarrollar un arma nueva y potente contra las bacterias patógenas: los antibióticos, moléculas específicas producidas por otras bacterias y hongos.

MULTIRRESISTENCIA. El efecto beneficioso de los antibióticos ha sido incalculable. Pero ya en 1940, tras su primer uso, se descubrió el fenómeno de la resistencia a los antibióticos, es decir, que ciertas mutaciones en el genoma bacteriano facilitaban la aparición de otras formas bacterianas resistentes, inmunes al antibiótico o a la combinación de antibióticos (multirresistencia). Entre los millones de bases que constituyen el material genético de una bacteria, la simple mutación de una de las bases puede provocar el cambio de un aminoácido por otro en la proteína o enzima codificadas por el gen correspondiente, dando lugar a una proteína o enzima diferente a la natural, lo que abre diversas opciones:

1. Que el antibiótico no realice ya su acción específica molecular sobre esa enzima.
2. Que se produzca una alteración en la pared microbiana que imposibilite la unión del antibiótico a la misma.
3. Que se facilite actuación de una bomba proteínic,a que sea capaz de expulsar al antibiótico de la bacteria antes de que ésta sea dañada.

El propio hombre es el culpable del rápido desarrollo del fenómeno de la multirresistencia a los antibióticos. Las razones son variadas:

1. Por la mala práctica médica y popular de prescribir o tomar antibióticos en enfermedades sobre las que no actúan, tales como las infecciones víricas.
2. Porque muchos pacientes abandonan, antes de completarlos, los tratamientos terapéuticos, convirtiendo sus cuerpos en verdaderos laboratorios, facilitadores de la aparición de formas bacterianas resistentes.
3. En muchos países, por el continuado abuso en la adición de antibióticos a los piensos animales para evitar enfermedades en los mismos.
4. Por los rápidos y multitudinarios desplazamientos de las personas a lo largo y ancho del globo, lo que facilita la diseminación de las nuevas formas bacterianas resistentes.

PERJUICIOS. El fenómeno de la multirresistencia nos está sacado del error de creer que las enfermedades infecciosas ya estaban derrotadas. En los países desarrollados la multirresistencia ya está afectando de modo notable a sus instalaciones hospitalarias. Se ha conocido recientemente que solo en los Estados Unidos anualmente se producen más de 60.000 fallecimientos ocasionados por infecciones adquiridas en las hospitalizaciones, con unos costos evaluados en cerca de 5.000 millones de dólares. Es tremendamente importante el hecho de que en las infecciones hospitalarias adquiridas hasta un 90% de los aislados bacterianos presentan resistencia a los antibióticos convencionales. Respecto a los países menos desarrollados, debido a esa multirresistencia, muchas enfermedades clásicas han rebrotado de nuevo. Ello explica que el año pasado muriesen en el mundo unos 3 millones de personas víctimas de la tuberculosis, es decir, un mayor número que ningún año anterior, incluyendo el período conocido como de "tuberculosis epidémica" en la transición entre el pasado siglo y el actual.

La lucha clásica, y única conocida hasta recientemente, contra la multirresistencia, ha consistido en buscar nuevos y más potentes antibióticos en una carrera de velocidad paralela entre la aparición de nuevas formas resistentes de bacterias y la comercialización de nuevos antibióticos, carrera en la que es difícil vaticinar la existencia de un claro vencedor. Pero hace poco han comenzado a abrirse nuevas esperanzas.

ESPERANZAS. Unas esperanzas consisten en el reciente descubrimiento de la existencia de ciertos péptidos (formas de proteínas) naturales presentes en organismos superiores. Estos péptidos poseen efectos antimicrobianos, matando a las bacterias sobre las que actúan, pero sin provocar la aparición de respuestas de resistencia. La causa de ese comportamiento es que su modo de acción difiere del de los antibióticos, ya que atacan exclusivamente a las células bacterianas, permeabilizando su membrana celular, sin afectar a las membranas de las células del propio organismo objeto de la infección. Este nuevo campo se denomina inmunidad innata y hace posible el que, por ejemplo, insectos que no poseen células inmunes tipo linfocitos T o linfocitos B, típicas de seres superiores, son capaces, sin embargo, de producir péptidos que matan a sus bacterias y hongos infectantes.

Los precedentes de estos nuevos hallazgos hay que buscarlos en tres lugares:

1. En Europa, ya que el Dr. Hans Boman de la UNIVERSIDAD DE ESTOCOLMO fue el primer descubridor de uno de estos péptidos antimicrobianos en un ser vivo superior
2. En los Estados Unidos, cuando Robert Lehrer, de la UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA, encontró otros péptidos de este tipo, las defensinas, en el interior de los gránulos de los leucocitos de mamíferos
3. Y en Japón, con Sedanki Iwanaga, en la UNIVERSIDAD DE KYUSHU, quien halló en ciertos cangrejos tales péptidos, bautizados como taquiplesinas.

Rápidamente, hace algo menos de dos años, se organizó la primera reunión internacional al respecto, auspiciada por la FUNDACIÓN CIBA y, desde entonces hasta ahora, se han identificado más de 150 nuevas moléculas peptídicas diferentes en seres tan variados como abejas, cucarachas, ranas, roedores, vacas, pollos, etcétera. Entre todos los péptidos siempre se dan unas fascinantes similitudes estructurales y funcionales, lo que ha auspiciado el interés de las compañías biotecnológicas en el tema con la esperanza de encontrar una rápida aplicación clínica. Entre las empresas más activas figuran MAGAIMIN PHARMACEUTICALS, MICROLOGIX BIOTECH e INTRABIOTICS PHARMACEUTICALS, que ya están desarrollando la producción biotecnológica de algunos de esos péptidos, así como la comprobación clínica de sus efectos, con resultados hasta ahora bastantes prometedores, lo que confirma, una vez más que aunque la lucha del hombre contra la enfermedad nunca finalizará. A su favor el hombre cuenta con la colaboración inestimable de su talento y del espíritu científico de la búsqueda del conocimiento.

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