Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

¿Por qué los varones son varones?

En la historia cultural de la Humanidad siempre han ocupado un lugar importante las creencias respecto a las causas de la existencia de sexos diferentes con una evolución que ha recorrido un amplio camino

¿Por qué los varones son varones?
En la historia cultural de la Humanidad siempre han ocupado un lugar importante las creencias respecto a las causas de la existencia de sexos diferentes con una evolución que ha recorrido un amplio camino desde creer, por ejemplo, que el sexo se determinaba por la fase lunar en el momento de la concepción hasta llegar el año 1953, cuando queda claramente establecido que la masculinidad se asocia al hecho de poseer un cromosoma Y y la feminidad con su ausencia, de modo que la dotación cromosómica sexual es XX en las mujeres y XY en los hombres.
 
Como los cromosomas están compuestos de genes, pronto surgió la hipótesis de que en el cromosoma Y pudiera existir un gen responsable de iniciar, en las primeras etapas del desarrollo embrionario, las complejas interacciones genéticas y bioquímicas que van a conducir a que se produzca la diferenciación sexual y más concretamente a que se formen los órganos sexuales masculinos. La presencia del gen determinante testicular en el cromosoma Y sería la c usa de la formación de órganos sexuales masculinos y su ausencia de la de órganos sexuales femeninos.
 
Sin embargo, existen algunas personas que poseen dotación cromosómica femenina XX, pero, aunque estériles, su desarrollo sexual es de apariencia normal masculina. Por el contrario, también algunas otras personas que poseen una dotación cromosómica masculina XY, físicamente se desarrollan con órganos sexuales femeninos, aunque no consiguen llegar a la maduración sexual. 
 
¿Qué ha sucedido con el gen de la masculinidad en estos raros casos? En los varones con dotación XX, el gen determinante testicular que normalmente está situado en el cromosoma Y, de un modo inusual está presente en uno de los dos cromosomas X. En las hembras con dotación cromosómica masculina XY, ello significa que, también de un modo inusual, el cromosoma Y carece de ese gen.
 
Efectivamente, usando complejas técnicas genéticas, hace unos pocos años se pudo comprobar que las hembras XY han perdido en un cromosoma Y un trozo en el que normalmente estaría presente el gen buscado. Ese mismo trozo está presente, inusualmente, sobre un cromosoma X de los hombres XX.
 
El problema desde ese mismo instante consistía en definir adecuadamente ese trozo de cromosoma y aislar el gen. Los genes, el material genético, están constituidos por largas secuencias formadas por cuatro bases o moléculas diferentes. En 1959 la zona motivo de búsqueda comprendía todo el cromosoma Y, o sea, unos 35 millones de bases. En 1987 la región sospechosa estaba ya restringida a 140.000 bases y el año pasado los investigadores la acotaban en 60.000 bases, que pronto se redujeron hasta solo 35.000 bases, segmento en el que se ha localizado un gen al que se ha denominado SRY (Región de Y determinante del Sexo), y que es el candidato idóneo para identificarlo con el postulado gen testicular. El problema radicaba en comprobar si el gen aislado del cromosoma Y por técnicas genéticas de laboratorio, realmente se expresaría en las gónadas embrionarias y sería capaz de ocasionar la diferenciación. Para confirmarlo, las investigaciones idóneas, por su rapidez y posibilidad de manipulación, deberían ser realizadas sobre ratones.
 
Muy recientemente un grupo de investigadores ingleses ha logrado clonar el gen SRY humano y lo han usado para buscar el gen homólogo en el cromosoma Y de los ratones. Una vez aislado, la composición de bases resultó ser en un 80% análoga a la del gen humano. Este gen Sry de ratón se ha comprobado que efectivamente se expresa en los testículos de los animales adultos, así como en la zona urogenital del embrión a los once días y medio tras el coito, o sea en la zona y en el momento en que precisamente va a comenzar la diferenciación sexual y la determinación testicular. También se ha comprobado en los ratones la existencia de una mutación que hace operativo ese gen. En este caso, los ratones afectados correspondientes a la dotación cromosómica XY son cromosómicamente machos, pero al faltarles el gen carecen de la diferenciación sexual masculina: son hembras XY, o sea exacta mente lo mismo que ocurre en los humanos.
 
Otras experiencias que se están intentando realizar consistirán en insertar un gen Sry en el genoma de un ratón hembra normal XX antes de que se produzca la diferenciación sexual. Cabe esperar que en este caso se desarrollará un ratón cromosómicamente hembra, pero con órganos sexuales masculinos.
 
Por tanto, la situación actual indica que con gran probabilidad en una pequeña porción de 35.000 bases del cromosoma Y se ha caracterizado el gen responsable de que tenga lugar la diferenciación sexual masculina. A partir de ahora se abre un fascinante camino para intentar comprender cuáles son los mecanismos genéticos y moleculares que conducen a esa diferenciación sexual normal, así como aparecen nuevas perspectivas para el conocimiento de las numerosas y diversas patologías relacionadas con problemas ligados a la diferenciación sexual.
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