Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Diamantes intestelares

Los diamantes, que son quizá las piedras preciosas más populares, se pueden definir como un mineral compuesto de carbono puro en que cada átomo se une a otros cuatro átomos vecinos equidistantes, dando lugar a una estructura densa, de gran pureza, lo que posibilita muchos de sus importantes usos industriales

Los diamantes, que son quizá las piedras preciosas más populares, se pueden definir como un mineral compuesto de carbono puro en que cada átomo se une a otros cuatro átomos vecinos equidistantes, dando lugar a una estructura densa, de gran pureza, lo que posibilita muchos de sus importantes usos industriales. 
 
El peso de los diamantes se mide en quilates (un quilate equivale a 200 miligramos) y su extraordinario brillo se debe a su alto índice de refracción. Aunque los diamantes usados como gemas son transparentes y casi sin color, una gran mayoría de ellos son translúcidos, opacos y de colores diversos, incluso negros.
 
Hasta hace unos pocos años se conocía poco sobre la naturaleza de las nubes de polvo cósmico que estorbaban las observaciones ópticas de las regiones distantes del Universo, aunque, por ejemplo, hasta cerca del uno por ciento de la masa de nuestra galaxia está en forma de polvo. La situación de desconocimiento está cambiando muy rápidamente debido a la colaboración afortunada de diversas técnicas tales como el satélite astronómico
infrarrojo, telescopios infrarrojos, etc., lo que está permitiendo estudiar las partículas de materia que constituyen ese polvo cuyo pequeño tamaño en la región de las micras (1.000.000 micras son un metro) las sitúa cercanas al tamaño de las moléculas químicas.
 
Hace pocos meses, investigadores de la Universidad de Chicago y del Observatorio de la Universidad de Princeton confirmaron la presencia de diamantes interestelares, cuya existencia se había predicho en 1969 y las primeras noticias de su localización en meteoritos datan de hace un par de años. El tamaño de estos microdiamantes es mínimo, tan solo de unos 26 Armstrong (10.000 A=1 micra) o sea de una décima de milésima parte de los granos interestelares, ya de por si pequeños. Lógicamente las características y escasez de los microdiamantes hacen imposible la perspectiva del uso práctico de los mismos, pero su propia existencia y el estudio de sus propiedades, y de los mecanismos posibles de su formación por condensación en el enfriamiento de atmósferas estelares, su impregnación con gases nobles procedentes de supernovas, etc., están comenzando a ser de gran valor para la comprensión de nuestro sistema solar y otros problemas actuales sobre el origen y el destino del Universo.
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