Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

El gran viaje de los vayagers

A velocidad cercana a los 500 millones de kilómetros por año, dos naves espaciales Voyagers abandonan actualmente los confines del sistema solar

A velocidad cercana a los 500 millones de kilómetros por año, dos naves espaciales Voyagers abandonan actualmente los confines del sistema solar. Se lanzaron hace 15 años con la misión de explorar los cuatro grandes planetas, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, y entran ahora en una zona límite en la que los vientos solares alcanzan cifras de millones de kilómetros por hora, hasta que hacia el año 2006 se introduzcan en la más tranquila heliopausa, tras lo cual pasarán a los espacios interestelares. En el año 2015, si continúan operativas, la Voyager 1 estará a una distancia de 20 mil millones de kilómetros del Sol y la Voyager 2 a 17 mil millones, enviando información útil sobre nuestro Universo, al igual que la proporcionada por otras dos naves Pioneers que surcan el espacio con intención análoga.
 
Para el proyecto se tuvo en cuenta que sólo cada 167 años se da la posición de los planetas que permite que una sola nave espacial pueda visitar los dos planetas Júpiter y Saturno aprovechando la atracción gravitatoria de cada uno de ellos para adquirir una velocidad que, tras corregir la trayectoria, le permite continuar hasta el siguiente. En 1974 la NASA inició el proyecto, eligiendo de entre más de diez mil trayectorias posibles las dos que permitían un mayor acercamiento a Júpiter, a su principal satélite lo, y a Saturno y a su gran luna Titán.
 
Los equipos de las Voyagers pueden operar durante largos periodos de tiempo situándose sobre plataformas orientables para dirigir los aparatos y sondas hacia los planetas, anillos y lunas objeto de los estudios. Aparte de sus baterías solares poseen tres generadores termoeléctricos de plutonio-238 capaces de proporcionar unos 400 vatios y, además de sus cámaras y espectrómetros, con otros instrumentos se miden partículas, campos electromagnéticos y otra decena de observaciones diferentes. La comunicación con la Tierra se realiza con una antena de disco de 3,7 metros de diámetro en contacto con las estaciones de seguimiento, las principales de las cuales son las del Desierto Mojave en California, la de Canberra en Australia y la de Robledo de Chavela cercana a Madrid.
 
¿Cuáles son los datos más sobresalientes que nos transmiten las Voyagers sobre nuestros vecinos y anillados planetas que poseen un total de 57 lunas? El primer encuentro se realizó con Júpiter, hacia 1979, y se comprobó que, al igual que el Sol, no tiene una superficie sólida, sino que es una inmensa bola gaseosa de hidrógeno y helio, emitiendo dos veces tanto calor como el recibido del Sol. 
 
Aparte de las dos parejas de lunas gemelas, Jo y Europa por un lado y Ganímedes y Calixto por otro, las Voyagers descubrieron otros tres pequeños satélites rocosos orbitando entre Jo y Júpiter, bautizados como Netis, Adrastea y Thebe. Tanto los anillos como las lunas de Júpiter están embebidos en el interior de un intenso cinturón de electrones e iones en el intensísimo campo magnético que rodea a dicho planeta. Un hecho de gran interés fue que lo poseía una gran actividad volcánica ocasionada por la presión de gases muy calientes de azufre y dióxido de azufre, dando lugar a erupciones de más de 300 kilómetros de altura con más de un billón de kilos de material arrojado anualmente por sus cráteres. Al moverse lo a través del campo magnético de Júpiter, actúa como un generador eléctrico con una diferencia de potencial de cuatrocientos mil voltios y una intensidad de tres millones de amperios.
 
En cuanto a Saturno, alcanzado durante 1980 y 1981, es un planeta más tranquilo, del que se han obtenido muchos datos sobre su composición y actividad y la de sus anillos y lunas. Aparte de la existencia de un sorprendente chorro ecuatorial propulsado que posee una velocidad de 1.800 kilómetros por hora, es de gran interés que su luna mayor, Titán, en su atmósfera contiene metano que fotoquímicamente se transforma en otras moléculas orgánicas más complejas, de un modo semejante a como se cree ocurrió en la Tierra antes de que apareciese la vida sobre nuestro planeta.
En Urano, alcanzado por el Voyager 2 en 1986, se descubrió un anillo adicional del planeta, así como una gran actividad geológica en su pequeña luna Miranda y que había otras diez lunas aparte de las cinco previamente conocidas.
 
Hasta que fue visitado en agosto de 1989, Neptuno era un planeta casi desconocido. El Voyager 2 encontró una atmósfera de gran actividad, con vientos supersónicos de más de dos mil kilómetros a la hora, así como que existe un sistema de tres anillos difusos, casi transparentes, y hasta 6 lunas orbitando el planeta. La más interesante es la luna mayor Triton, con una superficie helada a 245 2C bajo cero, pero que posee geiseres activos de 8 kilómetros de altura, producidos por la liberación explosiva de nitrógeno gaseoso.
 
En cualquier caso, el procesado de los datos ya enviados por las Voyagers, y los que constantemente siguen transmitiendo y transmitirán en los próximos años, proporcionarán al hombre más información sobre nuestro Universo que toda la previa acumulada en la historia de la Humanidad y será el punto de partida de las aventuras espaciales e interestelares del próximo siglo.
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