Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Buena parte del agua que bebemos es más antigua que el Sol

Ilse Cleeves es una brillante estudiante, practicante del yoga, de la cocina y del ciclismo, que está finalizando su doctorado en Astronomía en la universidad estadounidense de Michigan

Buena parte del agua que bebemos es más antigua que el Sol
Ilse Cleeves es una brillante estudiante, practicante del yoga, de la cocina y del ciclismo, que está finalizando su doctorado en Astronomía en la universidad estadounidense de Michigan. Resultado  de su trabajo de doctorado es el de figurar como primera firmante del artículo que en su número de hoy publica la revista Science con el título de “The ancient heritage of water ice in the solar system” cuyo resumen de contenidos está siendo ampliamente difundido por los servicios de noticias científicas de prestigiosas universidades e instituciones.
El tema es importante porque el agua es un componente clave para el desarrollo de la vida. Toda la vida en la Tierra depende del agua por lo que los resultados proporcionan importantes implicaciones sobre las posibilidades de vida en otras partes de la galaxia, como explica uno de los coautores, el profesor Tim Harries, de la Universidad de Exeter: “este es un importante paso adelante en nuestra búsqueda para averiguar si existe vida en otros planetas. Sabemos que el agua es vital para la evolución de la vida en la tierra, pero era posible que el agua de la tierra se originase en las condiciones  del desarrollo inicial del sistema solar temprano… Al identificar la herencia ancestral del agua en la Tierra, suponiendo que la forma en que se formó nuestro sistema solar no será única, ello significa la posibilidad de la formación de exoplanetas en entornos con abundante agua. En consecuencia, plantea la probabilidad de que algunos exoplanetas puedan tener las condiciones adecuadas y los recursos, para la aparición de vida desde el agua.”
 
 Durante años, los investigadores han estado intentando determinar si el agua del Sistema Solar procede de la nebulosa molecular que rodeaba al Sol, de la que nacieron los planetas, o si fue creada antes de que una nube fría de gas formara el Sol. En su juventud, el Sol estaba rodeado por un disco protoplanetario, la llamada nebulosa solar, de la cual nacieron los planetas. Pero no estaba claro para los investigadores, si el hielo en este disco se originó de la nube interestelar del sol parental o si esta agua interestelar ya había sido destruida previamente y nuevamente se formó por las reacciones químicas que tuvieron lugar en la nebulosa solar. 
Para resolver la cuestión el equipo investigador liderado por la ya casi doctora Cleeves ha recreado un modelo informático muy complejo que analiza las condiciones químicas existentes entre las moléculas de agua formadas en el Sistema Solar hace 4.600 millones de años, fijando su atención principal sobre las concentraciones de deuterio que, como es sabido, es un isótopo estable del hidrógeno, presente en el agua, en meteoritos y cometas. La diferencia de masas entre los isótopos se traduce en sutiles diferencias en su comportamiento durante las reacciones químicas. Como resultado, la proporción de hidrógeno deuterio en las moléculas de agua puede indicar a los científicos gran información sobre las condiciones bajo las cuales las se forman las moléculas. Por ejemplo, el agua del hielo interestelar tiene una alta relación deuterio/hidrógeno debido a las muy bajas temperaturas en que forma.
 
El equipo investigador creó modelos que simulan un disco protoplanetario en que todo el deuterio del hielo espacial estuviese eliminado por procesos químicos, por lo que el sistema tiene que volver a empezar desde cero a producir hielo con deuterio durante un período de millones de años. Querían comprobar si el sistema podía alcanzar las proporciones de deuterio/hidrógeno que se encuentran en las actuales muestras de meteoritos, aguas oceánicas o cometas.
 
La conclusión alcanzada ha sido clara: por sí solos, los procesos químicos que se dieron en los discos protoplanetarios del Sistema Solar primitivo no pudieron ser responsables de los índices de deuterio actuales en el agua de cometas, lunas y océanos del sistema solar. Por tanto, una buena parte del agua actual no se pudo formar después del Sol, sino que se “heredó” del hielo interestelar que ya existía durante la formación del sistema solar. Concretamente entre el 30 y el 50% del agua actual, con un origen más de un millón de años anterior a la formación del sistema solar.
 
Y ello implica que si otros sistemas planetarios en la galaxia se formaron de la misma manera que la nuestra, esos sistemas habrían tenido acceso a la misma agua a la que accedió nuestrosistema solar, por lo que, según los investigadores: “La amplia disponibilidad de agua durante el proceso de formación de planetas abre una perspectiva prometedora sobre la prevalencia de vida en toda la galaxia…Este es un paso importante en nuestra búsqueda para saber si existe vida en otros planetas ya que se plantea la posibilidad de que algunos exoplanetas podrían albergar las condiciones adecuadas y los recursos hídricos, para que evolucione la vida”.
 
Hasta la fecha, el satélite Kepler satélite ha detectado más de 1000 planetas extrasolares y la disponibilidad generalizada de agua durante el proceso de formación planetaria pone una prometedora perspectiva sobre la prevalencia de vida a través de la galaxia
 
Artículo original: http://www.sciencemag.org/content/345/6204/1590
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