Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Cáncer: el inicio de una nueva terapia futura

El pasado lunes, 4 de febrero, se conmemoraba en todo el mundo el Día Mundial contra el cáncer, una enfermedad que, según los cálculos de la OMS ocasiona anualmente cerca de 9 millones de muertes. Ese mismo día la revista Nature publicaba una investigación mostrando un nuevo enfoque en la lucha contra esta enfermedad, diferente al actual, buscando más que la cura (a veces imposible) la detención del proceso y su cronificación, es decir, algo parecido a lo que ya ha sucedido con los pacientes portadores del VIH causante del SIDA, cuyo pronóstico, hace unos años, era pésimo, pero que en la actualidad, en muchos casos, con un control medicamentoso adecuado pueden vivir normalmente, con una buena calidad de vida.

Cáncer: el inicio de una nueva terapia futura
::Alex

 

El pasado lunes, 4 de febrero, se conmemoraba en todo el mundo el Día Mundial contra el cáncer, una enfermedad que, según los cálculos de la OMS ocasiona anualmente cerca de 9 millones de muertes. Ese mismo día la revista Nature publicaba una investigación mostrando un nuevo enfoque en la lucha contra esta enfermedad, diferente al actual, buscando más que la cura (a veces imposible) la detención del proceso y su cronificación, es decir, algo parecido a lo que ya ha sucedido con los pacientes portadores del VIH causante del SIDA, cuyo pronóstico, hace unos años, era pésimo, pero que en la actualidad, en muchos casos, con un control medicamentoso adecuado pueden vivir normalmente, con una buena calidad de vida. 
 
PARTIDA
El profesor Martin Röcken desarrolla su labor científica e investigadora en el Departamento de Dermatología de la Eberhard Karls University de Tubinga, en Alemania. Es el autor principal, junto con una treintena de colaboradores de diversas procedencias, de la investigación mencionada. Según Röcken: “El objetivo principal de la terapia del cáncer es la erradicación, si es posible, de las células cancerosas. Pero en los pasados 50 años hemos aprendido que frecuentemente algunas células cancerosas pueden sobrevivir aún a las terapias anticancerosas más agresivas. Esto arroja dudas sobre una única estrategia focalizada exclusivamente en la destrucción de esas células. Por ello, desde hace algún tiempo se va postulando repetidamente la necesidad de contar con otros mecanismos destinados más que a su muerte, a su control”. Se trataría, por tanto, de terapias citostáticas más que citotóxicas.
 
Por otra parte, todos sabemos que el mecanismo fisiológico de la senescencia celular contribuye al control natural del cáncer en los humanos de modo que existe una relación inversa entre senescencia y agresividad tumoral.
 
Más aún, el cáncer es el resultado del fracaso de nuestro sistema inmune para controlarlo. De ahí el desarrollo cada vez más intenso de nuevas inmunoterapias contra cánceres, aunque algunas presentan efectos colaterales no deseados.
 
Para el adecuado funcionamiento del sistema inmune es precisa la colaboración de las diversas células inmunes para lo cual es esencial el papel de unas moléculas mensajeras producidas primordialmente por las células inmunes, que se conocen con el nombre de citoquinas.  Las diferentes citoquinas causan diferentes respuestas, pudiendo activar, modular, o inhibir ciertas respuestas inmunes.
 
Las citoquinas normalmente se encuentran en cantidades muy pequeñas en nuestros organismos y algunas de ellas ya se están utilizando frecuentemente (a mayores concentraciones) para tratar el cáncer, sobre todo la interleuquina-2 o el interferón-alfa (IFN-alfa), el gamma, el factor de necrosis tumoral (TNF) o las células “helper” CD4+ (células Th1), entre otros.
 
HALLAZGO
La pregunta inmediata es obvia: ¿Sería posible descubrir si existen mezclas de citoquinas adecuadas que modulasen el sistema inmune del paciente afectado y ello condujese a una “inactivación” senescente de las células cancerosas que impidiese su metástasis?.
 
El profesor Röcken y su equipo, en las condiciones específicas empleadas, efectivamente han conseguido que la respuesta inmune logre paralizar permanentemente el crecimiento global de los cánceres y el individual de las células cancerosas que son convertidas hasta la situación de senescentes. 
 
Ellos creen que su trabajo será el inicio del desarrollo de nuevas aproximaciones inmunoterapéuticas, menos agresivas, con menos efectos colaterales y con mayores eficacias, pensando que: “en el futuro no sólo intentaremos destruir cánceres con tratamientos agresivos y tóxicos; además de ello nos concentraremos en estrategias que consigan restaurar el control del sistema inmune corporal sobre los cánceres”.
 
Röcken y sus colaboradores utilizaron un modelo de ratón transgénico en el cual el antígeno tumoral Tag, expresado bajo el control del promotor de insulina de rata, causaba el desarrollo de cánceres de células pancreáticas  beta,  por el silenciamiento parcial o completo de los supresores de tumor p53 y Rb. 
 
Encontraron que las células CD4 + TH1 que secretan TNF e IFN-g, pero no otras células T, eran capaces de suprimir el crecimiento de esos tumores y así duplicar la vida útil de los ratones.
 
La causa de este y otros hallazgos es que la acción combinada y adecuada de TNF e IFN-g conducía a que el ciclo de división celular y posterior proliferación se detuviese a los tres días en la fase G1/G0 del ciclo, un estado que se conoce como de senescencia celular.
 
CONSECUENCIAS
Otras muchas comprobaciones también confirmaron que las citoquinas TNF e IFN-g  inducían la senescencia en diversas líneas celulares de ratón y humanas, así como en células humanas de melanoma, con regresión espontánea. 
 
Estos efectos no sólo se dan en cultivos celulares sino en organismos enteros. Para comprobarlo, Röcken y sus colegas implantaron las líneas celulares de diferentes cánceres beta en ratones inmunodeficientes, tratando a algunos de ellos con TH1 y a otros no. Las células tumorales aisladas de los ratones que habían sido tratados con células TH1 fueron incapaces de proliferar, mientras que las células aisladas de ratones similares que no habían sido tratados si proliferaron.
 
Por otra parte, cuando se aislaron “células cancerosas senescentes” procedentes de animales proclives al cáncer y se transfirieron a otros animales sanos inmunodeficientes, las células permanecieron inactivas, sin necesidad de ningún tratamiento, sugiriendo que una vez alcanzado su estado estas células senescentes pierden el comportamiento agresivo y permanecen bien controladas, a diferencia de las cancerosas.
 
Tomados juntos, los resultados sugieren que el IFN-g y TNF secretados  por las células TH1 accionan un mecanismo de senescencia celular de tumor a través de vía de señalización conocida como p16INK4a–Rb,  lo que explica la efectividad clínica de los tratamientos que estimulan la inmunidad TH1 de específica de tumor en algunos tipos de tumores.
 
¿Campanas al vuelo?. No. Este es sólo otro pequeño paso científico, de los innumerables necesarios, basado en la investigación biológica, que es el único camino seguro para poder conseguir posteriores posibles y deseables aplicaciones clínicas.
 
 
Más en:
http://ecancer.org/news/3777
 
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