Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Células madre ¡en farmacias y perfumerias!. Un decálogo

Hace unos días fui a una farmacia para adquirir un medicamento y, entre la maraña de productos cosméticos allí ofrecidos ocupaban un lugar preeminente una serie de tarros con cosméticos para el cuidado de la piel cuyo principal reclamo era que contenían células madre vegetales con unos alegados efectos casi maravillosos. Ello me motivó a reflexionar sobre el tema

Células madre ¡en farmacias y perfumerias!. Un decálogo
Hace unos días fui a una farmacia para adquirir un medicamento y, entre la maraña de productos cosméticos allí ofrecidos ocupaban un lugar preeminente una serie de tarros con cosméticos para el cuidado de la piel cuyo principal reclamo era que contenían células madre vegetales con unos alegados efectos casi maravillosos. Ello me motivó a reflexionar sobre el tema.
 
Por un lado es verdad que el descubrimiento de las células madre y de parte de su biología es uno de los hitos históricos de la biomedicina y que su potencial, aún por desarrollar, en la terapia celular para la regeneración de órganos y tejidos, ofrece grandes esperanzas.
 
 Por otra parte, el deseo de retrasar el envejecimiento, detenerlo o, inclusive, revertirlo es propio de la naturaleza humana y la ciencia, para muchos, es la base imprescindible para lograrlo.
 
 Pero lo cierto es que, en demasiadas ocasiones, las grandes marcas cosméticas dan ya por conseguidos esos logros y afirman que los incorporan a sus productos, aunque soliendo cambiar su mercadotecnia rápidamente, al igual que sucede en el reino de la Moda,  pasando desde las sustancias hidratantes, las vitaminas, al colágeno,  ADN, ARN hasta, ahora, las células madre. Más aún, en algunos casos se nos habla de células madre procedentes de una extraña manzana muy longeva de los Alpes.
 
 En la mayor parte de los casos, lo que hay detrás de todo ello es NADA, ya que tras una descripción científica (que suele ser rea) de las bondades de esos componentes, se oculta que carecen de efecto en su aplicación porque no pueden llegar adecuadamente a los lugares extra o intracelulares donde tendría lugar su pretendida acción.
 
 Pero volvamos a nuestras maravillosas células madre vegetales y tengamos en cuenta este decálogo de hechos elementales:
 
Las células madre vegetales son células pluripotentes localizadas diversos tejidos, usualmente meristémicos: apical radicular o de tallo y cambium vascular
Algunas,  se utilizan en las prácticas agrícolas desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, las células del callus, somáticas, se pueden desdiferenciar a células embriogénicas totipotentes que pueden producir un embrión de células totipotentes capaces de originar una planta.
Todos hemos manejado células madre vegetales. Cuando una planta crece, en las yemas hay células madre que se van diferenciando durante toda la vida de las plantas. Ello nos viene muy bien, por ejemplo, para los injertos o para la propagación de plantas. Así, coger un esqueje de un rosal y plantarlo no es más que clonar el rosal a partir de células madre. Por tanto, tenemos a nuestra disposición, en casa o en nuestro jardín, una magnífica fuente de células madre vegetales, sin tener que adquirirlas a precios asombrosos. Nuestros antepasados, a lo largo de la historia de la humanidad se han aprovechado de las células madre vegetales… y nosotros sin enterarnos.
Las células vegetales poseen una pared celular rígida muy diferente a la membrana celular flexible animal, como las células de la piel. Es inimaginable una fusión o interacción íntima entre ellas.
¿Por qué acudir a las células madre de las manzanas? Parece que por su piel lisa y aspecto terso y firme. Pero ello se debe la presencia de pectina que es un polisacárido insoluble y durante la maduración la enzima pectinasa va degradándola y la textura se va haciendo harinosa. En cambio, nosotros no tenemos pectina y la textura de la piel humana se debe a una proteína, el colágeno, que con la edad se degrada por sistemas moleculares diferentes a la pectinasa y por eso aparecen las arrugas.
Según la Agencia Española del Medicamento “La utilización de este tipo de células en cosméticos u otro tipo de productos para tratamientos estéticos no está relacionada con la prevención, tratamiento o diagnóstico de las enfermedades humanas. La utilización de la misma terminología busca, en muchas ocasiones, aprovechar el aspecto novedoso de las terapias con células madre para trasladarlo a otros ámbitos ajenos al contexto médico” y según el doctor Eduardo López Bran, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y profesor de Dermatología en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, “no se ha demostrado ninguna utilidad ni eficacia de las células madre vegetales”.
Si las células madre vegetales (en el caso de que realmente las contengan los cosméticos que dicen contenerlas) de  los productos cosméticos no pueden interactuar como tales con las células de la piel y, mucho menos, con las células epidérmicas muertas del exterior, queda otro de sus reclamos: “Las células madre vegetales contienen sustancias activas esenciales para la vida, como proteínas, lípidos, carbohidratos, minerales, y una fracción de otros componentes”. Efectivamente ello es cierto, pero esa afirmación sería extensible a un sinfín de productos, incluso, rizando el rizo, a unos callos a la madrileña.
Y volvamos a la manzana. Dudo bastante de que haya células madre en un fruto de un árbol (si en la semilla, claro) y no conozco ningún caso en el que un manzano brote de un trozo de manzana, como sí ocurre con otras muchas partes del árbol, además de que una célula de manzano sólo puede dar lugar a células de manzano, nunca producir nueva y regenerada piel humana.
Que sus componentes intracelulares (si las células estuviesen intactas, desde luego no podrían actuar) sean buenos cosméticamente, eso es otra cosa. Es cierto que bastantes componentes vegetales pueden ser útiles y beneficiosos para usos cosméticos humanos. Pueden proceder de extractos vegetales e, incluso, de células madre vegetales cultivadas, pero no son en sí mismos células madre vegetales sino componentes vegetales, procedentes, o no, de células madre vegetales.
Resumen. Este es un ejemplo más de cómo se utiliza mal la confianza de las personas en la ciencia para cometer verdaderos timos, frecuentemente avalados incluso por conocidísimas y renombradísimas marcas comerciales mundiales. La ausencia de un organismo oficial que regule eficazmente la publicidad de los productos de belleza y controle que lo que se oferta sea cierto, nos lleva a encontrarnos con supuestos avances científicos revolucionarios en cosmética que, en la mayoría de casos, de científicos solo tienen un nombre mal utilizado o puede que a veces ni siquiera eso.
 
 
Más en:
 
http://en.wikipedia.org/wiki/Plant_stem_cell
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