Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Cien trasplantes hepáticos

Uno de los primeros trasplantes de los que se tiene noticia es el existente en la tradición hindú de que su dios Visnu le colocó a su hijo la cabeza de un elefante

Uno de los primeros trasplantes de los que se tiene noticia es el existente en la tradición hindú de que su dios Visnu le colocó a su hijo la cabeza de un elefante. No debe extrañarnos demasiado ya que, de acuerdo con el relato bíblico, la creación de la primera mujer se realizó a partir de una costilla de Adán. Narraciones alegóricas aparte, toda la historia de la humanidad ha estado acompañada de intentos de reemplazar tejidos y órganos deteriorados enfermos por otros de mejor funcionamiento y procedencia diversa. Quizá el primer éxito correspondió a los cirujanos hindúes que, ya en el siglo VI a.C., eran capaces de reconstruir narices dañadas usando flecos de piel procedentes del brazo del paciente, que no eran liberados hasta tanto no había prendido el injerto.
 
El camino recorrido desde entonces ha sido grande y un ejemplo demostrativo lo constituye la celebración académica realizada el pasado viernes 25 en la sede de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia con motivo de alcanzarse los 100 primeros trasplantes hepáticos en el Departamento de Cirugía del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca por el equipo dirigido por el profesor Pascual Parrilla Paricio, catedrático de la Facultad de Medicina, con la colaboración de un número amplio de competentes profesionales, bastantes de ellos salidos de esas aulas universitarias, entre ellos el coordinador regional de trasplantes, profesor Sánchez Bueno. La cifra de 100 trasplantes hepáticos es muy importante y constituye un orgullo para esta zona sureste de España ya que, en nuestro país, destacado en ello en Europa, solo está superada por dos importantes equipos hospitalarios ubicados en Madrid y Barcelona.
 
Dentro de la denominación de trasplantes, en los de tejidos se podrían incluir desde las transfusiones sanguíneas a los de piel, córnea, vasos sanguíneos, válvulas cardíacas, huesos, fascia, nervios, médula ósea, etc. que, con una u otra característica, se vienen efectuando. Por muchas razones del tipo de complejidades técnicas e inmunológicas, en general los trasplantes de órganos con éxito son mucho más difíciles de realizar que los de tejidos. El primero se consiguió en 1957, en el Peter Bent Brigham Hospital de Boston, un riñón entre hermanos idénticos, con lo que se evitaron los gravísimos problemas que por aquel entonces representaban los rechazos. Hace unos 30 años se inició la esperanzadora etapa del desarrollo de fármacos inmunosupresores que, en 1978, con el uso de la ciclosporina, posibilitó el inicio masivo de trasplantes. Previamente, el año 1967 constituyó una fecha interesante ya que, en el mismo, el Dr. Christian Barnard, en Sudáfrica, efectuó el primer trasplante cardiaco humano y, por otra parte, el Dr. Thomas Starzi, en Denver, conseguía el primero hepático con éxito.
 
El caso del hígado merece una atención especial ya que es un órgano muy peculiar, de modo que su relativo bajo peso porcentual, tan solo un 2,5 % del total de la masa corporal, se ve ampliamente superado por su importantísima funcionalidad. En efecto, el hígado es la verdadera factoría química de nuestro organismo, donde tienen lugar los principales procesos metabólicos y energéticos. Su participación es esencial para posibilitar la regulación del nivel de glucosa en sangre; la biosíntesis de muchas proteínas plasmáticas de variadas y necesarias funciones; el metabolismo de las lipoproteínas; el de ciertos lípidos, etc. Asimismo, en los hepatocitos o células hepáticas se localizan las enzimas que biotransforman los xenobióticos, favoreciendo su eliminación, por lo que las células actúan como una especie de barrera bioquímica frente a los productos tóxicos.
 
Teniendo en cuenta su importancia y la existencia de un solo órgano hepático. no es de extrañar que los fallos en su funcionamiento ocasionen gravísimas o fatales consecuencias relacionadas con una amplia variedad de entidades patológicas de manifestaciones muy distintas. Entre ellas se incluyen condiciones congénitas como ciertas metabolopatías o la atresia biliar, que conducen a veces a cirrosis irreversibles, situación a la que también se llega desde otras patologías, pediátricas o no. En otros casos los problemas pueden estar ocasionados por tumores o incluso por procesos infecciosos tales como algunas hepatitis dañándose el hígado hasta un grado incompatible con la supervivencia, por lo que se hace indicado un trasplante.
 
Como el hígado es muy sensible a la falta de oxígeno, su extracción desde el donante y la conservación hasta su uso posterior son procesos muy delicados, así como también lo es la preparación quirúrgica del receptor. En los últimos años, sin embargo, se están abriendo nuevas e interesantes perspectivas en los trasplantes hepáticos, a partir de que, en 1983, el cirujano Christoph Broelsch lograra con éxito realizar en Alemania un trasplante de un segmento hepático, no de un hígado entero, consiguiéndose que el segmento se desarrollara hasta llegar a convertirse en un órgano entero funcional. En 1986, en el hospital de la Universidad de Chicago, también se trasplantó una porción de un hígado de adulto, de donante fallecido, a un niño de 3 años y, en 1989, en el mismo centro, el propio Dr. Broelsch extirpó una porción del hígado de donante viva, la maestra Teresa Smith de 29 años de edad, y lo implantó a su hija Alissa de 21 meses de edad que sufría de atresia biliar. Este trasplante madre-hija ha abierto la posibilidad del uso de porciones hepáticas procedentes de donantes vivos y en el horizonte se sitúa la futura esperanza de hacer posibles trasplantes usando material procedente de células hepáticas cultivadas y crecidas en el laboratorio. Actualmente los índices de supervivencia de los trasplantados hepáticos son muy altos, sobre todo los referentes a los niños, por lo que esta técnica se ha convertido en una poderosa arma en la lucha contra un espectro cada vez más amplio de enfermedades.
 
Información adicional 
* La mejora en la composición de los fluidos usados para preservar los órganos entre su extracción y su implantación es constante. Ello permitió, por ejemplo, utilizar en una ocasión en un hospital francés un hígado extraído en Canadá, o preservar un riñón durante 60 horas.
 
* La implantación de corazones artificiales comenzó en 1982, sobreviviendo 112 días el paciente Bamey B. Clark. El superviviente mayor fue William J. Schroeder, casi dos años, muriendo en agosto de 1986. La aparición del fármaco ciclosporina, de gran eficacia anti rechazo, hizo que se abandonaran esos intentos y se sustituyesen por verdaderos trasplantes de corazones procedentes de donantes fallecidos.
 
* El primer trasplante múltiple de corazón, hígado y corazón a un mismo receptor se realizó en los Estados Unidos en 1989 en el hospital clínico de la Universidad de Pittsburg. El Dr. Starzl dirigió el equipo que extrajo los órganos de una joven de Atlanta fallecida en accidente de circulación y los implantó a Cindy Martín, de 26 años, quien previamente había recibido un trasplante cardiaco con complicaciones posteriores de hepatitis y de problemas renales relacionados con el tratamiento anti rechazo.
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