Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

España eclipsa el sol

España importa casi el 80% de la energía que consume, muy por encima de la media europea. Somos un país pobre en recursos fósiles, que gasta unos 50.000 millones de euros anuales en petróleo y gas, provocando un importante desajuste en nuestra balanza comercial

España eclipsa el sol
::Alex
España importa casi el 80% de la energía que consume, muy por encima de la media europea. Somos un país pobre en recursos fósiles, que gasta unos 50.000 millones de euros anuales en petróleo y gas, provocando un importante desajuste en nuestra balanza comercial. Sin embargo, somos un país muy rico en recursos renovables como el viento, el sol y la biomasa. ¿Por qué no aprovecharlos?
En España hay pocas cosas en las que todo el mundo esté de acuerdo. Una de ellas es queno gusta el sistema energético que tenemos: sucio, opaco y caro. Cuando ya nadie cuestiona los problemas económicos y ambientales que provocan el agotamiento de los recursos fósiles y el cambio climático, sorprende que ningún gobierno se haya propuesto establecer una política energética clara y seria para los próximos 20 o 30 años, como lo están haciendo nuestros competidores. Máxime cuando ostentamos el dudoso honor de ser el país europeo con la electricidad y los combustibles líquidos más caros de Europa.
Haciendo un pequeño repaso de la historia de la energía en España, se basó primero en las centrales de carbón, luego en las centrales hidroeléctricas (República, franquismo), y más tarde en la nuclear. Con la entrada en la CEE aconteció una pequeña liberalización del sector así como el parón nuclear derivado de la catástrofe de Chernóbil. 
Posteriormente, la política energética de los sucesivos gobiernos de turno ha sido errática y parece estar sometida a unas pocas empresas que controlan casi la totalidad del mercado. Ya en el nuevo milenio, Europa nos obligó a golpe de directiva a hacer un llamamiento a los españoles para que invirtiesen en energías renovables, especialmente en energía solar fotovoltaica, que es flexible y modular, en contraste con las altísimas inversiones en eólica que limitaban a muy pocas empresas tal opción. 
Esta decisión, basada en la venta de la energía a un precio remunerado, superior al de la tarifa eléctrica que pagaban los consumidores, provocó una auténtica explosión de la industria renovable y de las instalaciones en España. España no fue pionera en ello, pues en países como Alemania ya hacía tiempo que estaba implantada esta tarifa y les siguieron decenas de países. Tampoco la tarifa española fue la más generosa, pues ni siquiera estaba entre las cinco mayores de Europa. 
Pero eso sí, España tenía mucho más Sol, unos bancos que prestaban dinero barato para invertir, y una sociedad que creía en las honorables intenciones de sostenibilidad y progreso programadas por sus gobiernos, lo que creó una industria con un alto grado de innovación y profesionalidad muy apreciada en el extranjero.  
Déficit tarifario
Poco duró la alegría. Los últimos gobiernos, a golpe de múltiples reformas legislativas han acabado, en apenas 5 años, con la mayor parte de la industria renovable del país y de paso, han enviado al paro a miles de trabajadores especializados en una industria que hoy apenas sobrevive.
El motivo esgrimido para tamaño exterminio ha sido el llamado déficit de tarifa, del que nadie sabe cómo se calcula en realidad, para justificar los 26.000 millones de euros que reclaman las eléctricas por la diferencia entre lo que supuestamente les cuesta mantener el sistema eléctrico y los ingresos que reciben de parte de los consumidores. Y nadie lo sabe porque en ese complicadísimo galimatías de conceptos metidos a presión en la coctelera del déficit tarifario se incluye lo más variopinto: las subvenciones al contaminante carbón; inacabables e insaciables indemnizaciones que aún reciben las eléctricas por las inversiones que antaño hicieron, pero se interrumpieron con la moratoria nuclear; los mal llamados Costes de Transición a la Competencia, que debían haber devuelto al Estado las Eléctricas y que nunca lo hicieron; los pagos por capacidad al disponer las eléctricas de centrales de gas paradas al haberse equivocado éstas cuando invirtieron en centrales innecesarias para el país... Y así, un largo suma y sigue. Y lo inaudito: hace apenas unos meses, en un nuevo intento de ocultar el desaguisado, los principales partidos del Congreso de los Diputados votaron en contra de una propuesta para auditar el verdadero origen del déficit de tarifa. ¿Tendrá ello algo que ver con que decenas de ex altos cargos políticos se encuentren actualmente sentados en los consejos de administración de estas empresas? Lo que está claro es que los sucesivos gobiernos han hecho oídos sordos a los informes de la Comisión Nacional de la Energía, la Comisión Nacional de la Competencia, el Comisario de Energía de la Unión Europea, la Agencia Internacional de la Energía, consultoras independientes como Deloitte, y por supuesto, a las asociaciones del sector de las renovables, que no dicen otra cosa que el déficit de tarifa está motivado por la sobreretribución que perciben las eléctricas por vender la energía producida en centrales hidráulicas y nucleares ya amortizadas a precio de central térmica, por el encarecimiento de los precios del crudo, por las subvenciones al carbón, por los costes extrapeninsulares de la energía en Canarias y Baleares  y por la bajada de la demanda de energía debida a la crisis. 
Ello, sin mencionar que las eléctricas cuentan con los directivos mejor pagados de todo el sector de la energía a nivel mundial. Sin embargo, el Gobierno se empeña en culpar a las renovables de tal desastre, aún a sabiendas de que de que incluso antes de que las renovables representaran un papel en el sistema eléctrico ya existía déficit tarifario, y de que ya existe déficit de tarifa en otros sectores de la energía donde no participan las renovables como es el caso del gas. 
Política energética
La política energética actual busca el exterminio de la energía solar, con normas retroactivas, despreciando a 55.000 familias que se enfrentan a la difícil situación de perder, no solo sus ahorros, sino también sus tierras y sus casas cuando los bancos ejecuten los avales derivados de los préstamos y todo ello, pese a los recursos de inconstitucionalidad interpuestos por varias comunidades autónomas, y de las miles de acciones legales nacionales e internacionales contra el Reino de España.  
La jugada puede ser maquiavélica: al no poder pagar los préstamos, los propietarios de huertos solares serán expropiados por los bancos, quienes los venderán a precio de saldo a las eléctricas, consolidando así su monopolio en la generación de energía. Actualmente las energías renovables no solo no encarecen el precio de la electricidad, sino que lo abaratan al desplazar en mercado a otras energías más caras y contaminantes. En el caso de la energía solar fotovoltaica, además, nadie esperaba que en apenas 6 años redujera sus costes en un 400% y que desde 2012 sea más barato autoconsumir energía solar que comprársela al sistema eléctrico. Pero una energía barata y democrática, producible por cualquier ciudadano pone en riesgo a un sistema eléctrico oligopólico y obsoleto. La reforma eléctrica actual obliga a que los que generen su propia energía eléctrica con sus propias instalaciones fotovoltaicas para autoconsumirla instantáneamente paguen un «peaje de respaldo» que hace inviable esta opción. Sería equivalente a justificar que debemos pagar al frutero por las manzanas que no le compramos si poseemos un manzano en nuestro jardín. Algo inaudito a nivel mundial. 
· Más información en:  http://www.accion-solar.org/
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23-12-2016

Asma