Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Diabetes: esperanzas

Recientemente, se ha celebrado en París un Congreso Internacional de la Sociedad de la Dispensación Controlada, una importante sociedad científica que cubre todos los ámbitos alternativos a las formas clásicas de suministro de medicamentos. Durante 5 días más de 1500 de los mejores especialistas mundiales en las nuevas técnicas conocieron los avances en nuevas revolucionarias técnicas que van a transformar el panorama farmacológico y biomédico en los próximos años.

La diabetes ocupó un puesto muy importante. No en vano, cualquier mejora a la situación actual podría aliviar la de los más de 150 millones de diabéticos dependientes de insulina existentes en el mundo que están pendientes del suministro inyectado de la hormona varias veces al día. Muchas personas asocian con gran exclusividad los términos diabetes, insulina y azúcar (glucosa, hidratos de carbono).

DIABETES. En realidad, la situación es más compleja. La causa de la diabetes mellitus dependiente de insulina suele ser una lesión irreversible de las células pancreáticas productoras de la hormona insulina, originada por causas variadas: factores genéticos, infecciones virales, respuestas inmunológicas, etcétera. La consiguiente falta de insulina provoca un fallo general del metabolismo, ya que ello hace que el metabolismo se adapte al consumo de ácidos grasos y de cuerpos cetónicos, incluso cuando hay glucosa disponible. La poca captación y consumo de glucosa provoca su elevación en la sangre, una hiperglucemia constante, con efectos adversos importantes como la glucosilación de la hemoglobina (lo que afectará a su función oxigenante) o la aparición de cataratas.

También se estimula el catabolismo de los depósitos de glucógeno hepáticos, liberando más glucosa en el hígado. Y para mayor complicación se incrementa la formación de glucosa hepática a partir de otras moléculas precursoras. El resultado final es una superdotación hepática de glucosa, lo que se transforma en una hiperglucemia. Y los efectos sobre el metabolismo graso llevan a una acumulación de cuerpos cetónicos en la sangre y a la situación de cetosis. Ello facilita su paso a la orina y, por un efecto osmótico, la salida de grandes cantidades de agua (poliuria), con el peligro de deshidratación. Todos esos desequilibrios metabólicos, si no son corregidos llevan a adelgazamiento, debilitamiento e incluso shock mortal. Desde que se descubrió la insulina y se generalizó su uso se ha rebajado la mortalidad del coma cetónico asociada a la diabetes desde el 50% al 1%. Sin embargo, la enfermedad presenta una serie de importantes complicaciones a largo plazo, debido principalmente a que el suministro de la insulina no responde a las pautas fisiológicas de su liberación pancreática, tal como sucede en las personas sanas, sino a suministros intermitentes y difíciles de dosificar.

ALTERNATIVAS. Para evitar las peligrosas fluctuaciones que conducen a estados peligrosos de hiperglucemia o de hipoglucemia diversos grupos investigadores están abordando el problema bajo nuevas perspectivas que, en algunos casos, ya han dado lugar a resultados preliminares que permiten calificar de esperanzador el futuro del control insulínico de la diabetes. Vamos a exponer algunos de ellos dejando aparte otras posibilidades también en progreso como el de trasplante de órganos o la ingeniería genética, incluyéndoles el gen de la insulina, de células precursoras del propio paciente, posteriormente trasplantadas en sus hígados.

Comenzaremos comentando el trabajo del equipo del Dr. Steiner, de la empresa americana Pharmaceutical Discovery Corporation, quien ya ha realizado experiencias clínicas sobre más de una docena de pacientes que inhalan con un aerosol, hasta sus pulmones, una nube de finas partículas de unas 2 micras (1 micra es una milésima parte de 1 milímetro) de diámetro conteniendo la hormona dispersada. La insulina, tras alcanzar los pulmones, se disuelve rápidamente y pasa directamente a la sangre, alcanzando su respuesta o pico de concentración en la quinta parte de tiempo que con las alternativas actuales de suministro, lo que ayudaría a evitar las situaciones de riesgo de hiperglucemias.

Otra alternativa prometedora se ha ensayado sobre diez personas en otra Investigación llevada a cabo por científicos de la empresa Altea Development Corporation de Atlanta, EE.UU. Consiste en un parche que se coloca en la piel y está basado en un proceso térmico capaz de originar en la piel un sistema de microporos de 50 a 150 micras de diámetro que penetran las capas externas de la piel. Mediante una corriente eléctrica controlada se consigue la liberación de la insulina del parche y su paso a través de esos poros en la piel. Ello ocurre en un proceso indoloro y con una duración mínima, de milisegundos. Si se corta la corriente deja de pasar la insulina. Los efectos sobre los niveles de glucemia son inmediatos pudiéndose alcanzar inmediatamente los mismos efectos que se darían, retardadamente, con el suministro de varias dosis sucesivas inyectadas de insulina.

POLÍMEROS. Indudablemente una buena solución práctica sería la de poder tomar la insulina de modo semejante a una aspirina, mediante una tableta. ¿Por qué no ha sido ello posible hasta ahora?. Porque la insulina es una proteína, por lo que una vez ingerida le pasaría lo mismo que al resto de proteínas que tomamos en la dieta: las enzimas digestivas las atacan y las hidrolizan, absorbiéndose en el intestino no las proteínas sino sus componentes individuales, los aminoácidos, carentes de las actividades biológicas de sus proteínas originarias. Para intentar resolver el problema el grupo de Andreas Bernkop-Schnürch, de la Universidad de Viena, están construyendo unas cápsulas de 2 miligramos, a base de un polímero capaz de transportar y proteger la insulina a lo largo del tracto digestivo, ya que externamente se recubre de inhibidores de las enzimas proteolíticas digestivas. Al llegar las cápsulas al intestino se facilita, además, la transferencia de la insulina a través de las células epiteliales intestinales para que alcancen rápidamente la circulación sanguínea. Probado el sistema en ratones diabéticos, su nivel de glucemia descendió un 30-40% y el descenso de la glucemia era aun perceptible a las 80 horas de la administración de las tabletas poliméricas.

Y hasta tanto estas alternativas no sean realidades prácticas otra posibilidad más inmediata podría ser la analizada por la compañía francesa, de Vénissieux, Flamel Technologies. Según el Dr. Christian Bloy, se trata de la asociación de la insulina inyectable con unas nanopartículas poliméricas. Ello no evita la necesidad de la inyección, pero ofrece la ventaja de mantener los niveles de glucemia casi constantes durante unas 24 horas, debido a su lenta liberación desde el polímero. Hasta ahora las pruebas se han realizado sobre 16 personas sanas voluntarias y los resultados obtenidos han sido calificados de muy buenos.

Por tanto, con suma prudencia, para no levantar falsas expectativas inmediatas, se puede adelantar que la Investigación científica indica un futuro teñido de esperanza para los cientos de millones de diabéticos dependientes de insulina que existen en el mundo.

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