Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Xenotrasplantes: esperanzas

En el número de la presente semana de la prestigiosa revista NATURE MEDICINE un grupo de renombrados investigadores internacionales solicitaba el urgente establecimiento de una moratoria respecto a los ensayos clínicos de xenotrasplantes, poniendo en alerta sobre los posibles graves riesgos que, en caso contrario, podrían amenazar a los seres humanos.

De este modo la polémica sobre los xenotrasplantes traspasaba los ámbitos científicos y pasaba a ser motivo de discusión pública. Y es que, como otros muchos hechos científicos, el xenotrasplante es como una moneda con un anverso y el reverso, por lo que todo depende del lado por el que sea examinada. Sin duda, al final, como suele suceder siempre, el hombre aprenderá a utilizar los aspectos positivos y a dominar o disminuir los negativos. Pero hasta tanto, ¿cuáles son las principales esperanzas y temores que se asocian a la posibilidad del uso clínico de los xenotrasplantes?.

EL PROBLEMA. El xenotrasplante consiste en el trasplante, con fines terapéuticos, de células, tejidos u órganos de origen animal hasta otros animales, concretamente, en lo que nos interesa, hasta el hombre. La idea del xenotrasplante nace por el problema de la carencia o escasez de suficiente material de origen humano, sobre todo de órganos. Las donaciones de éstos, procedentes de cadáveres, en el mejor de los casos, como en España, alcanzan la cifra de 27 por cada millón de habitantes, una cantidad insuficiente, que, en la mayoría de otros países se sitúa en valores muy inferiores. En contraste, solo en EE.UU., existen más de 50.000 pacientes en lista de espera para el trasplante de órganos, falleciendo cada día, en la espera, más de una decena. En el mundo, los receptores potenciales de órganos pueden superar el millón de seres humanos. Por tanto, no es de extrañar que el xenotrasplante se ofrezca como una magnífica esperanza de la Medicina ni tampoco que muchos médicos y cirujanos anhelen su inmediata utilidad clínica. Pero, ¿es ello posible?. En esta colaboración intentaremos abordar algunos aspectos esperanzadores y en la próxima analizaremos ciertos temores que se suscitan y cuál es la postura de algunos países al respecto.

REALIDADES. En Boston, la compañía DIACRIN INC., ha implantado células neuronales de fetos de cerdo en los cerebros de 24 receptores, afectos de la enfermedad de Parkinson o de Huntington, buscando que tales células se comporten de modo semejante a los implantes cerebrales de células fetales humanas que, en algunos experimentos individuales, provocaron mejoras en la función cerebral de los afectados. En otro orden de cosas, la compañía CYTOTHERAPEUTICS INC., ha implantado células adrenales vacunas en la médula espinal de 36 pacientes terminales de cáncer con dolor intratable, con la esperanza de que esas células produzcan sustancias específicas que bloqueen las señales dolorosas. Está en preparación otro estudio sobre 100 pacientes.

Por su parte, los científicos de la compañía NEOCRIN INC. están encapsulando células pancreáticas de cerdo con la intención de que estimulen la producción de insulina en 50 pacientes diabéticos, procurando eludir su respuesta inmunológica. Bastantes científicos persiguen el propósito de usar células hepáticas o hígados enteros de cerdo para tratar a los pacientes con fallos hepáticos. Más aun, la compañía CIRCE BIOMEDICAL ha realizado experimentos en los que la sangre de 54 pacientes, se ha pasado extracorporeamente a través de hígados de cerdo, usados como puentes temporales para mantenerlos vivos hasta recibir el trasplante esperado o hasta recuperar suficientemente su propia función hepática. Y, en Suecia, otros 10 pacientes renales ya recibieron isletas fetales de cerdos a principios de los 90 y otros dos pacientes fueron sometidos a perfusiones extracorpóreas usando riñones de cerdo. También es oportuno recordar la notoriedad alcanzada en su día por la Dra. Suzanne Ildstad, de la Universidad americana de Allesheny, cuando a un paciente de SIDA le implantó médula ósea procedente de un mono babuino, permaneciendo el paciente vivo durante 13 días.

AVANCES E INTERESES. Hace algún tiempo, en otra colaboración, nos ocupábamos de la principal barrera de rechazo entre especies, el conocido como rechazo hiperagudo, que es una violenta respuesta inmunológica en la que interviene el sistema sanguíneo del complemento, con la consecuencia de la destrucción de los vasos sanguíneos del órgano trasplantado, detención del aporte de oxígeno y muerte en el plazo de minutos. La compañía INMUTRAN, adquirida posteriormente por NOVARTIS, anunciaba, hace poco más de dos años, que sus científicos habían sido capaces de controlar el proceso, mediante técnicas de ingeniería genética sobre los animales donantes, humanizando sus órganos. Con corazones de cerdos, genéticamente modificados de ese modo, se realizaron trasplantes a monos que sobrevivieron más de 60 días sin mostrar el fenómeno del rechazo hiperagudo. Y, al menos, otras tres compañías ya han modificado genéticamente a cerdos con la misma finalidad.

Aunque el escollo del rechazo hiperagudo pudiera salvarse aun quedan otros, como es el caso del rechazo retardado cuando, al cabo de unos días tras el trasplante, las células macrófagos y las células matadoras naturales del sistema inmune del receptor invaden y atacan el órgano extraño. Se considera que uno de los problemas principales, relacionado con la respuesta de las células-T, podría controlarse con un adecuado uso de los inmunosupresores, cada vez más eficaces. Pero restan otras dificultades adicionales como se puso de manifiesto en la reciente 4ª Conferencia Internacional sobre Xenotrasplantes, celebrada en Nantes, Francia, hace unos meses.

En cualquier caso no existen ciencias sino Ciencia y los avances en parcelas específicas se traducen en estímulos importantes en las parcelas científicas colindantes. Y, en este campo, los grandes intereses económicos de las compañías afectadas juegan a favor de que se progrese científicamente en la solución de los importantes problemas básicos aun existentes. Como ejemplo, la compañía suiza NOVARTIS, por sí sola, piensa invertir en un futuro próximo, en estos temas, más de mil millones de dólares. Y Peter Laing, analista de la SOCIETE GENERALE STRAUSSE TURNBULL de Londres predice que dentro de 12 años el dinero que moverá la tecnología de los xenotrasplantes superará los seis mil millones de dólares anuales.

Los xenotrasplantes de células y tejidos, que no poseen vasos sanguíneos, al ser mucho menos vulnerables al rechazo hiperagudo que los órganos, poseen un valor potencial inmediato mayor tal como se señala en un reciente informe especial publicado en la revista Nature Medicine. Es prometedor que células adrenocorticales bovinas implantadas a ciertos ratones inmunodeficientes hayan sido capaces de desarrollar funciones de tejido adrenal en los riñones de esos ratones, a los que se les había extirpado previamente las glándulas adrenales. Ya están en marcha ensayos clínicos al respecto. Y en otras experiencias, a ciertos pacientes con tumores cerebrales, se le han trasplantado células de ratones que contienen un retrovirus dotado de un gen terapéutico.

En resumen, según indican los especialistas, el futuro clínico de los xenotrasplantes a plazo inmediato y medio, es prometedor en aplicaciones concretas con células y tejidos. Y hace falta bastante Investigación básica para que sea una realidad la aplicación clínica de los xenotrasplantes de órganos. Las esperanzas radican en conseguir nuevos logros basados en la velocidad acelerada del desarrollo científico, aunque ello es atemperado por ciertos temores, a los que nos referiremos a continuación.

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