Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

Intrigas epigenéticas

Intrigas epigenéticas

¿Quién descubrió la existencia de la herencia epigenética?. La versión oficial apunta al biólogo Conrad Waddington, en 1942. Pero ¿realmente no se anticipó a ello Paul Kammerer?. Este investigador austríaco, de principios del siglo XX, describió un comportamiento que hoy describiríamos como epigenético. Ante las acusaciones de fraude científico se suicidó de un tiro en 1926,  en un pueblecito austriaco.

EPIGENÉTICA. La controversia se ha reabierto tras la reciente publicación en JOURNAL OF EXPERIMENTAL ZOOLOGY de un artículo del biólogo chileno Alexander O. Vargas que ha alcanzado amplia repercusión, incluso en la prestigiosa revista SCIENCE. Su título (traducido) es “ ¿Descubrió Paul Kammerer la herencia epigenética?. Un examen moderno de los experimentos sobre sapos parteros”.

En estas páginas nos hemos ocupado con anterioridad de la Epigenética y del epigenoma (http://servicios.laverdad.es/cienciaysalud/8_5_46.html). La controversia histórica sobre la heredabilidad de algunos caracteres adquiridos tuvo su máximo representante en Lamarck. En su libro "Filosofía Zoológica" (1809) afirmaba que los órganos se adquieren o se pierden como consecuencia del uso o desuso y que los caracteres adquiridos por un ser vivo son heredados por sus descendientes. Así, un herbívoro que estire el cuello para alcanzar las ramas altas, lograría el alargamiento del cuello, y tras varias generaciones se transmitiría esta característica a sus descendientes (ejemplo: las jirafas). Pero, tras las aportaciones de Darwin sobre la Selección Natural, que se basa en la supervivencia del más apto, el lamarckismo quedó desacreditado. Esto fue aún más evidente tras el descubrimiento de la estructura doble hélice del ADN, es decir, de nuestro genoma. Fascinado por las derivaciones funcionales que se derivarían de ello, James Watson (Nobel codescubridor, junto con Francis Crick) llegó a escribir: “"Es tentador preguntarse si esta cadena retorcida de azúcares con cuentas de bases púricas y pirimidínicas no será, de hecho, Dios."

Actualmente, la realidad científica de la existencia de una cierta herencia epigenética es incuestionable. La podemos definir como los cambios heredables en la función génica que se producen sin un cambio en la secuencia del ADN. Podemos acudir a un símil que, al menos, los lectores amantes de la música comprenderán. Por una parte existe la partitura. Por otro, la orquesta con sus instrumentos, músicos y director. La conjunción entre ambas hace que, con una misma partitura, puedan existir versiones de la obra muy diferentes. Pues bien, nuestro genoma es lo invariable, como la partitura que posee la potencialidad de expresarse de un modo u otro (en versión humana los grandes rasgos fenotípicos: rubio, moreno, alto, bajo, etc.) pero la forma concreta de interpretar esa partitura (en versión biológica, el control y regulación de nuestros genes) es lo que hace aparecer un individuo concreto, con sus susceptibilidades biológicas únicas. Por ello, parafraseando la frase de Watson, el alfabeto genético, los genes, serían como la palabra de Dios pero la epigenética, su traducción, equivaldría a su mano.

¿Por qué es importante la Epigenética, el Epigenoma?. Porque continuamente se van encontrando más relaciones del mismo con la susceptibilidad a sufrir ciertas patologías como cánceres, con las enfermedades priónicas, etc. El entendimiento de estos factores podría revolucionar la biología evolutiva y del desarrollo, y afectar a materias tan diversas como la medicina o la agricultura.

KAMMERER
Paul Kammerer (1880 -1926) fue un biólogo lamarckista austriaco. Tras experimentar con otras especies, Kammerer dedicó ocho años de trabajo a investigar sobre el sapo partero, un anfibio que suele vivir en el agua pero que se traslada a un lugar seco para procrear. Kammerer obligó a vivir a estos sapos en un terrario tan cálido y seco que era inhábil para la procreación por lo que los animales se veían obligados a reproducirse en el agua y aunque la mayoría de las camadas murieron, un 5% de ellas consiguieron sobrevivir.

Lo interesante fue que los sapos supervivientes, cuando eran devueltos a sus condiciones naturales escogían seguir procreando en el agua, aparte de que tras varias generaciones los sapos parteros desarrollaban unas almohadillas oscuras nupciales en las patas. Kammerer interpretó todo ello como rasgos adaptativos adquiridos como consecuencia de las condiciones a las que se les había situado (las almohadillas ayudarían a los sapos a que no se les escurriera la hembra en el momento clave reproductivo), rasgos que posteriormente ya eran transmisibles. Kammerer publicó varios artículos en revistas prestigiosas y viajó por Europa mostrando sus ejemplares. Pero no obtuvo gran aceptación porque los científicos interpretaban sus experimentos como un ataque directo a las teorías de Darwin y Mendel. Durante la I Guerra Mundial el centro en el que investigaba Kammerer sufrió importantes daños lo que significó la aniquilación de sus sapos, de los que sólo se salvó uno, en un bote de formol. Pero, en 1926, Gladwyn Kingsley Noble, del Museo Americano de Historia Natural, acusó de fraude a Kammerer al descubrir y denunciar que a ese espécimen le habían inyectado tinta negra para simular el aspecto de las almohadillas. Seis semanas después de la denuncia Kammerer se suicidó.

DUDAS
La imagen de Kammerer quedó muy dañada, su legado científico se fue al traste y su nombre quedó asociado a la infamia científica, aunque al cabo de un tiempo, se descubriera la existencia de un espécimen natural de sapo con almohadillas nupciales, lo que demostraba que los sapos parteros tenían el potencial para desarrollarlas. También, que la recogida de la muestra por Noble se realizó cuando hacía tiempo que Kammerer ya no trabajaba en ese laboratorio. En 1971 el escritor Arthur Koestler usó el tema para escribir un libro en el que suponía que los experimentos de Kammerer con el sapo partero habían sido manipulado por un simpatizante nazi en la Universidad de Viena pues Kammerer era como un ardiente pacifista y socialista En cuanto a la reciente revisión publicada por Alexander Vargas afirma que los misteriosos (en su época) hallazgos de Kemmerer podrían adaptarse muy bien a una clara interpretación epigenética actual. 

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