Cajal: Barcelona
Su estancia de catedrático en Barcelona fue excepcionalmente valiosa. Como él mismo recordaba: "Y llegó el año de 1888, mi año cumbre; mi año de fortuna. Porque durante este año que se levanta en mi memoria con arrebatos de aurora, surgieron al fin aquellos descubrimientos interesantes ansiosamente esperados y apetecido...mis ideas divulgadas entre los sabios, discutiéndose con calor. Desde entonces, el tajo de la Ciencia contó con un obrero más."