Ciencia y salud

Por José Antonio Lozano Teruel

La estrella de Belén

Según narra el Evangelio de San Mateo 2:2: "...llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?. Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle". Un poco más adelante se insiste (Mateo 2:9): "Después de haber oído al rey (Herodes) se fueron, y la estrella que habían visto en oriente les precedía, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño."

¿Existió realmente la estrella de Belén?. En caso afirmativo, ¿se trató de algún fenómeno astronómico y explicable?. Los hombres de Ciencia, particularmente los astrónomos, vienen haciéndose esa pregunta desde hace mucho tiempo. Aunque todavía no se puede dar una explicación científica al respecto que sea incuestionable, lo que sí puede hacer la Ciencia es estudiar seriamente las posibilidades existentes, analizando los pros y contras de cada una de ellas. En todo caso, por estas fechas, en numerosos planetarios del mundo occidental se presentan simulaciones más o menos imaginativas de lo que pudo ocurrir.

VERSIÓN ASTROLÓGICA. Los Reyes Magos no lo eran tales. Originarios de la Media, donde constituían una clase sacerdotal, en Babilonia lograron una gran influencia. Su gran afición era el estudio de la astronomía, o más propiamente, de la astrología, una actividad adivinatoria basada en el principio de que la vida de los hombres se desarrolla bajo la influencia de los astros. En nuestros días aun es frecuente encontrar personas que así lo creen y consultan horóscopos, adivinos, etcétera, sin que ello posea la más mínima base científica. En realidad, los antiguos astrólogos eran más serios que los actuales, cuyos móviles suelen ser meramente económicos. En la época del nacimiento de Jesús, aparte de la adivinación, los astrólogos observaban las estrellas y usaban la información obtenida para regular el calendario, lo que era de gran utilidad para las tareas agrícolas.

Tomando como punto de partida para los Magos su carácter de astrólogos profesionales, algunos estudiosos piensan que el relato de San Mateo lo que narra es una adivinación, una corazonada, más que una observación. Un dato que apoyaría ello sería que no hay indicación de que nadie más viese la estrella: ni los pastores, ni Herodes, ni María, ni José. Tampoco los otros tres evangelistas se refieren a ella. Por otra parte, lo que vieron los Magos estaba al oriente, ellos venían de oriente y, sin embargo, ellos seguían a la estrella. Ello parece indicar (las estrellas aparecen por el este y se ponen por el oeste) que lo que vieron era algo repetitivo cada noche durante su viaje, no algo privativo de una sola noche. Más aun, se ven obligados a preguntar a Herodes por el nacimiento del nuevo Rey, lo cual concuerda con la interpretación de que su actividad astrológica les llevó a ver algún planeta o constelación en alguna circunstancia especial, que ellos interpretaron como anuncio del nacimiento de un rey en Judea, pero sin que existiese un fenómeno claramente visible en el firmamento para el resto de los observadores.

CONJUNCIONES ASTRONÓMICAS. Diversos datos históricos bastante rigurosos indican que la fecha real probable del nacimiento de Jesús fue hacia el que, en nuestro actual calendario, sería el año 7 ó 6 a.C. Por otra parte, los avances de las ciencias astronómicas nos permiten conocer el pasado. Podemos saber que en una zona temporal próxima a la que, de modo aproximado, se ubica el nacimiento de Jesús, tuvieron lugar algunos acontecimientos astronómicos importantes e inusuales, aparte de que el significado de la palabra estrella, en aquellos tiempos, era diferente al actual. Entre esos acontecimientos astronómicos destaca la triplicada conjunción de Júpiter y Saturno en Piscis que tuvo lugar en el año 7 a.C., un fenómeno que ocurre cada 900 años, o la gran conjunción de los planetas Marte, Júpiter y Saturno en Piscis, en un arco de menos de 8º, en febrero del año 6 a.C., fenómeno que necesita 800 años para repetirse. Y no olvidemos que, en la astrología, a Piscis se le asociaba con el pueblo judío, a Júpiter con la realeza y a Saturno con la deidad mesopotámica protectora de Israel.

En relación con la triplicada conjunción del año 7 a.C., descubierta por Kepler, el 22 de mayo de ese año tuvo lugar la primera de las tres grandes aproximaciones de los planetas, tal como se recogió en ciertos papiros egipcios. Este fenómeno, tan espectacular e infrecuente, pudo servirles a los Magos para iniciar su viaje, con lo que la segunda conjunción, a finales de septiembre, coincidiría con su visita a Herodes. Si procedían de Arabia, Mesopotamia o lugar análogo, la duración de su viaje podría alargarse a unos 4 meses. La tercera conjunción, ocurrió a comienzos de diciembre. La hipótesis de que la estrella de Belén se trató de esa triple conjunción tuvo su origen, a principios del siglo XIX, en el obispo danés Munter.

NOVAS Y COMETAS. ¿Acaso pudo ser la estrella de Belén una nova, una nueva estrella?. Datos procedentes de los astrónomos chinos indican el registro de una nueva estrella en la constelación de Capricornio hacia marzo-abril del año 5 a.C., estrella que fue muy brillante y visible durante 70 días. Esa estrella parece ser que, efectivamente, apareció por el este varias horas antes del amanecer, lo que concuerda con el relato de Mateo 2:2. Sin embargo, lo que se cuenta en Mateo 2:9, implica que posteriormente fue visible hacia el sur, cuando los Magos se dirigían a Belén, tras su visita al rey Herodes. Una nova no hubiera podido moverse tanto, por lo que la hipótesis de la nova resulta difícil de creer.

Otros científicos han analizado la posibilidad de que la estrella de Belén se tratase de un cometa que viajase visible desde el este al sur durante 2-4 meses. Sin embargo, la astronomía china no registró por esos tiempos ningún fenómeno de ese tipo. Tan solo existe la posibilidad del cometa Halley, pero su aparición tuvo lugar hacia el año 12 a.C., lo que parece alejarse de la posible fecha del nacimiento de Jesús.

El astrónomo Ivor Bulmer-Thomas propuso que las conjunciones, antes mencionadas, de Marte, Júpiter y Saturno en los años 7 y 6 a.C. alertaron a los Magos para otra señal celestial. Y esta tuvo lugar en mayo del año 5 a.C., consistente en el llamado movimiento retrógrado de Júpiter, cuando el planeta hace una especie de lazo en el cielo y al final del mismo parece permanecer estacionario durante una semana. Los astrónomos babilonios tenían un gran interés por este fenómeno y los Magos podrían haber iniciado el viaje cuando Júpiter emergió desde detrás del Sol en el mes de mayo del año 5 a..C., con lo que, cuatro meses después, al final del viaje en Belén, el luminoso planeta Júpiter se encontraría aparentemente parado, estacionario.

La suposición de que el planeta Júpiter fue realmente la estrella de Belén es la aceptada también por numerosos astrónomos como los del Observatorio Griffith. Se basan también en el hecho de que Júpiter estuvo en conjunción próxima con Venus dos veces, y con Regulus tres veces en un periodo de 10 meses cercanos al tiempo supuesto del nacimiento de Jesús. En cualquier caso, por estas fechas, lo que todos nosotros podemos hacer es contemplar el cielo, semejante al que hace unos dos mil años se observaba sobre Belén. E intentemos encontrar en él a nuestra propia estrella, la de la esperanza.

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